Los sentimientos han sido por muchos años relativamente controversiales en el ámbito laboral.
En el ambiente corporativo, hoy en día, no es muy difícil encontrar personas que ven los sentimientos como una desventaja competitiva, ya que son considerados como poco profesionales y muchos consejos de mentores nos dicen que “tenemos que controlar nuestros sentimientos”.
Las personas impulsivas son vistas como potencialmente dañinas para las empresas y para el equipo de trabajo, por otro lado, se premia a la percepción de estabilidad emocional por sobre muchas otras cosas. Desahogar sentimientos es visto como algo fuera de los límites de un ambiente verdaderamente profesional, sin embargo, son esos sentimientos, inclusive los que podrían ser percibidos como parte de una cierta inestabilidad (por ejemplo: la tristeza, que en muchas ocasiones se refleja a través del llanto). Los sentimientos son un claro diferenciador entre los seres humanos y las máquinas. ¿Por qué pretender que los humanos pueden competir con los robots?, en lo que los robots claramente saben hacer mejor, como el hecho de ejecutar tareas repetitivas ¿Por qué no hacer lo contrario? y dejar que los humanos hagan lo que saben hacer mejor, que es utilizar sus sentimientos como parte integral de su proceso de vida diaria.
La revolución de la robótica y de la Inteligencia Artificial (AI por sus siglas en inglés) está creciendo a una gran velocidad. No estamos muy lejos de que tareas que, hoy en día, son ejecutadas por humanos, inclusive por humanos con un grado de educación alto, vayan a ser realizadas por robots. Las implicaciones sobre el trabajo, las empresas y la sociedad son enormes y, sin embargo, no estamos totalmente listos para manejar las consecuencias de un grado, cada vez mayor, de automatización.
Uno de los posibles enfoques para tratar de preservar al elemento humano dentro de los ambientes de trabajo digitales nos lo da, sin lugar a duda, el elevar el valor de las conductas humanas como la empatía, la amabilidad, la sensibilidad y muchas otras que los humanos sabemos aplicar mucho mejor que los robots, que están comenzando por automatizar tareas que son repetitivas y hasta tediosas para los humanos, por ejemplo, capturar manualmente miles de facturas de papel; hoy en día, aún las hay.
Gracias a software se han automatizado diversas tareas repetitivas, hoy en día, estos procesos de captura, hechos con tecnologías como RPA (Robotic Process Automation, Automatización Robótica de Procesos, son ejecutados en minutos u horas y no en días o semanas. Pensar que AI o los robots industriales, se van a quedar sólo en las tareas repetitivas es un error. Los avances en AI y en otra tecnología relacionada, llamada Machine Learning (Aprendizaje de Máquinas), son tan rápidos y profundos que nos hacen predecir que la gama de actividades que se van a automatizar cubre también muchas tareas sofisticadas. No sólo los trabajos de los obreros en las fábricas o de los empleados de cuello blanco en tareas administrativas están amenazados, también lo están los trabajos especializados. Las implicaciones en la fuerza de trabajo cada vez que las máquinas han dado saltos importantes en sus capacidades, siempre han sido muy importantes. Desde la revolución industrial estos cambios han dado un giro al trabajo y, generalmente, han traído mejoras importantes en la productividad. La preocupación hoy en día es que la profundidad y la velocidad de los cambios no es parecida con nada de lo que ya vivió la humanidad y parece que nada nos ha preparado a los humanos para encarar dichos cambios. Estamos frente a la transformación más profunda que han tenido en la historia los ambientes de trabajo y no nos hemos preparado porque aún no sabemos las verdaderas implicaciones de dichos cambios.
Organizaciones líderes como el World Economic Forum y McKinsey Group, ven a la Inteligencia emocional como un aspecto clave para las fuerzas de trabajo del futuro. En una fuerza de trabajo que cada vez es más mixta, entre trabajadores humanos y robots, el factor humano es sumamente importante. Los mismos humanos hemos ido evolucionando en lo que buscamos en los ambientes de trabajo; demandamos más de las empresas y de las organizaciones. La verdadera innovación, que es clave para el avance de las empresas, hoy en día requiere de humanos que están conectados con la empresa y motivados para dar de sí lo mejor. Todas estas tendencias requieren de un fuerte componente cultural, basado en inteligencia emocional.
Es importante que todos nosotros, como líderes de organizaciones, nos preocupemos de construir una cultura empresarial sólida en nuestras empresas y no sólo se trate de ganar eficiencias, agregando robots de todo tipo, es un hecho que eso va a acontecer en algún momento; también tenemos que pensar que el componente humano con sus sentimientos y, con sus valores como la empatía, la creatividad y la compasión, son clave para la innovación.
Humanos y robots vamos a trabajar juntos, irremediablemente y es importante que las organizaciones saquen lo mejor de cada uno de nosotros (robots y humanos) para nuestro bien y el de toda la sociedad.