Los hallazgos de la investigación también mostraron que únicamente la tercera parte de las compañías con un plan confían que tiene la solidez para manejar satisfactoriamente la situación. Particularmente en América Latina, la cifra de compañías con un plan se reduce al 29%.
Las situaciones críticas, sean éstas accidentes, delitos corporativos, daños causados por el consumo de un producto adulterado ponen en riesgo la reputación de una organización, hoy por hoy considerada uno de los activos intangibles más valiosos para la misma.
Las estadísticas también indican que más del 80 por ciento de los accidentes o situaciones de riesgo pueden evitarse. El plan de prevención de crisis debe iniciar con una auditoría de vulnerabilidades, la cual revela los riesgos a los que está expuesta una empresa. Con esa información es posible corregir situaciones riesgosas e implantar mecanismos de reacción para resolver las situaciones que no sean susceptibles de prevención, pero cuyo manejo oportuno puede ayudar a que las situaciones no se compliquen y potencialmente puedan dañar la reputación de una empresa.
Las auditorías de vulnerabilidades sirven para evaluar los sistemas y medidas de protección, identificando debilidades de las empresas tanto en lo interno como en el entorno. Abarca procesos, riesgos, controles, pruebas e informes. Detecta si existen mecanismos de reacción para mitigar los riesgos más importantes para la organización.
La auditoría de vulnerabilidades permite priorizar los riesgos y emite recomendaciones para evitarlos, lo cual forma parte de un blindaje para la reputación de la empresa o institución. Detecta la mayoría de las situaciones contingentes que podrían presentarse en la cotidianidad de una organización y es un útil indicador para implantar medidas preventivas y con ello evitar situaciones críticas y minimizar riesgos organizacionales.
En esta auditoría deben incluirse todas las áreas de la empresa o institución por lejana que se vea la posibilidad de que en alguna de ellas se presente una crisis. Recordemos que existen infinidad de posibles escenarios que ponen en riesgo la reputación de las empresas o instituciones.
Uno de los riesgos para la reputación de las organizaciones es su conducta. Si esta no se alinea con los intereses y expectativas de sus stakeholders puede desencadenar en opiniones o actitudes de sus interlocutores que pueden incidir en daño reputacional.
La auditoría de vulnerabilidades detecta las amenazas existentes en el entorno para la empresa, considerando las tendencias políticas y sociales vigentes. Una organización que no actúa en consonancia con las expectativas de la sociedad tiene una importante vulnerabilidad.
La buena conducta organizacional, tanto en lo interno como en su entorno, es básica para blindar la reputación de las empresas o instituciones. La exigencia de la sociedad se enfoca a que las empresas sean responsables con el medio ambiente, con la comunidad y que su conducta respete la diversidad, la equidad de género y por ningún motivo tolere en su interior prácticas discriminatorias con su personal y con sus demás interlocutores.
Los programas de protección de la reputación corporativa tienen dos componentes fundamentales, que son la conducta armónica con los intereses y expectativas de los interlocutores de las empresas o instituciones (internos y externos); y el comunicarlo efectivamente a sus stakeholders, para ganar su apoyo y solidaridad en situaciones contingentes.
Justo Villafañe, padre de la teoría de la reputación, decía que “la construcción de reputación debe obedecer a la nueva racionalidad empresarial, que consiste en una conducta ética y orientada a la sostenibilidad.