Los recientes acontecimientos relacionados con el arribo al poder del Donald Trump y sus incontenibles bravatas, que poco a poco se convierten en realidades, entre las cuales figuran deportaciones masivas de indocumentados, considerar a los narcotraficantes como terroristas e imponer aranceles a las importaciones procedentes de México, Canadá y China, lo que ha provocado diversas reacciones entre autoridades mexicanas, algunas de ellas que rayan en el patrioterismo, como evocar aquella estrofa del Himno Nacional Mexicana que reza: “Mas si osare un extraño enemigo, profanar con su planta tu suelo, Piensa ¡oh Patria querida! que el cielo un soldado en cada hijo te dio”, sugiriendo, veladamente, que ante una eventual intervención del “enemigo del norte” que vulnere la soberanía del país, los mexicanos defenderían a la Patria con su vida, erigiéndose como soldados de la nación.
Ante la ridiculez de esta arenga en tiempos de paz, vale la pena revisar los conceptos asociados con las referidas reacciones, como son el patriotismo, el patriota, el nacionalismo, la soberanía.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define el término “patriotismo” como el sentimiento de amor, devoción y compromiso que se tiene por la patria, sus símbolos y su historia. El orgullo que siente una persona por pertenecer a una nación. También se puede traducir en responsabilidad y compromiso, que pueden generar cohesión social y nacional. La palabra patriotismo proviene de “patriota”, que es “la persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”. Ser patriota es mucho más que hacer alarde de amor por México; patriotismo es el sentimiento de compromiso y solidaridad con nuestro país y sus habitantes, que nos impulsa a dar nuestros mejores aportes en favor de la grandeza de México. .Conviene preguntarnos: ¿se puede llamar patriotismo a despertar en forma irresponsable sentimientos negativos hacia quienes, en su propio derecho, pretenden tomar medidas proteccionistas para sus fronteras, la salud de sus habitantes o su economía? No es tema de esta columna juzgar la pertinencia de dichas medidas o la afectación a nuestro país. El hecho es que se trata de acciones unilaterales que el vecino del norte tiene el derecho de implantar. Las vulnerabilidades de México hacen que dichas medidas potencialmente nos afecten sobremanera, pero de allí a arengar al pueblo para una eventual reacción belicista convierte este llamado en “patriotero”, cuya definición dice que es “quien alardea excesiva e inoportunamente de patriotismo”.
El patriotismo pone énfasis en el aprecio a las instituciones y la defensa de la libertad común de las personas. El nacionalismo, contrariamente, aboga por la homogeneidad cultural, lingüística y étnica de la sociedad. El patriotismo pide un amor caritativo y generoso con el propio país.
El sentimiento de nacionalismo es mucho más que las vivas de políticos y ciudadanos durante la noche del 15 de septiembre. El patriotismo va más allá de las vestimentas típicas, vestidos coloridos y trajes de charro, así como del grito septembrino ¡Viva México!, una exclamación de supuesto orgullo nacional que el 15 de septiembre aparece en la boca de prácticamente todos los mexicanos, incluso en la de aquellos para los cuales independencia y patria son sólo pretextos para quemar cohetes, banquetear y beber bebidas embriagantes.
En su obra “Moral Social”, Eugenio María de Hostos define al patriotismo como “el deber de trabajar asidua y concienzudamente, en cuerpo y alma, con músculo y nervios, con razón y sentimiento, y con toda la fuerza de la conciencia por el más alto desarrollo posible de la patria nacional”. Esto es patriotismo, lo demás es alarde, presuntuosidad, mero patrioterismo.
La soberanía se define como “el poder político supremo que corresponde a un Estado independiente. Hasta donde hay información disponible, las medidas anunciadas por el presidente entrante de los Estados Unidos no atenta contra la soberanía de México, sino contra su economía, dado las asimetrías entre ambos países y las vulnerabilidades de México producto de la dependencia que nuestra economía tiene en relación con el ingreso de divisas producto de las remesas que periódicamente envían nuestros connacionales que trabajan en el país vecino.
No tratemos de arreglar estos problemas con arengas patrioteras, sino con programas de fomento al empleo y desarrollo interno de nuestro país. Nosotros somos responsables de las asimetrías de la economía y de la falta de oportunidades para la creciente población económicamente activa en el país. También de la proliferación del crimen organizado y de la inseguridad que incendia el territorio de México. No endosemos esta responsabilidad a los vecinos del norte.