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Según PwC Global Entertainment & Media Outlook, el uso de herramientas digitales avanzadas como la inteligencia artificial crecerá a una tasa compuesta anual del 26%
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Un reporte de McKinsey & Company estima que hasta el 12% del tiempo dedicado a tareas creativas en medios podría ser automatizado en la próxima década.
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Estados Unidos es el país que actualmente más invierte en la IA, refiere Statista.
La industria cinematográfica vive un momento histórico. La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas ha actualizado sus normas de elegibilidad para permitir oficialmente el uso de inteligencia artificial generativa en los largometrajes.
Este cambio, que marca un antes y un después en la relación entre tecnología y arte, fue anunciado recientemente a través de un comunicado que introduce nuevos criterios para valorar las producciones.
La Academia deja claro que el uso de IA y herramientas digitales no influirá en las posibilidades de una película para ser nominada. Lo esencial será, según el Consejo de Ciencia y Tecnología del organismo, que el componente humano continúe siendo el motor de la creación. En otras palabras, lo que importa es que la visión creativa de una persona esté al centro del proyecto.
“En cuanto a la Inteligencia Artificial Generativa y otras herramientas digitales utilizadas en la creación de la película, estas no contribuyen ni perjudican las posibilidades de obtener una nominación. La Academia y cada una de sus secciones evaluarán el logro, considerando hasta qué punto una persona estuvo en el centro de la autoría creativa al elegir la película premiada”, se lee en su comunicado.
Esta decisión llega tras un año complicado en el que las tensiones entre la innovación tecnológica y los derechos laborales llegaron a su punto máximo. Las protestas lideradas por el sindicato SAG-AFTRA en 2024 pusieron sobre la mesa la preocupación de los actores ante la creciente presencia de la IA en la industria. Aunque las negociaciones concluyeron con avances en materia de compensación y reconocimiento para los artistas, la polémica sobre el uso ético de estas herramientas sigue abierta a nivel global.
Con este nuevo enfoque, los Oscar parecen querer encontrar un equilibrio entre el avance tecnológico y la preservación de la autoría humana. Más que prohibir o favorecer el uso de IA, optan por establecer una base que permita evaluar el mérito artístico más allá de los métodos utilizados. La narrativa, el impacto emocional y la propuesta creativa siguen siendo los pilares que determinarán qué películas merecen llegar a la estatuilla dorada.
En un contexto donde las herramientas de inteligencia artificial están transformando los procesos de producción, esta medida no solo abre nuevas posibilidades para los cineastas, sino que también plantea preguntas de fondo sobre el futuro del arte, la autoría y los límites de la creatividad asistida.
Y es que, la inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una herramienta clave en la producción audiovisual. Desde la escritura de guiones hasta la generación de imágenes hiperrealistas, la IA está revolucionando la forma en que se hacen películas y series. Herramientas como Sora de OpenAI ya permiten crear escenas completas, editar videos con comandos de texto o incluso generar actuaciones faciales realistas sin necesidad de actores físicos.
De acuerdo con un informe de PwC Global sobre el futuro del entretenimiento y los medios, el uso de inteligencia artificial en este sector se espera que crezca a una tasa anual compuesta del 26% hasta 2030. Este crecimiento responde tanto a una mayor inversión por parte de estudios y plataformas de streaming como a la expansión de tecnologías accesibles para creadores independientes.
Sin embargo, este avance no está exento de controversias. Organizaciones como el SAG-AFTRA y el Writers Guild of America (WGA) han manifestado su preocupación por la posible pérdida de empleos, la explotación de imágenes y voces sin consentimiento y la erosión de los derechos creativos. Durante 2023 y 2024, ambas organizaciones incluyeron en sus pliegos de negociación cláusulas para regular el uso de IA, logrando establecer lineamientos que garanticen que el uso de estas herramientas no reemplace el trabajo humano sin compensación justa.
Por su parte, un estudio de McKinsey & Company sobre el impacto de la IA generativa estima que hasta el 12% del tiempo total dedicado a tareas creativas en medios y entretenimiento podría ser automatizado en la próxima década. Esto no significa la eliminación de empleos, sino una transformación profunda en las habilidades requeridas y los modelos de producción.
A medida que la IA se convierte en una aliada en el proceso creativo, la conversación ya no gira solo en torno a si debe usarse o no, sino sobre cómo, con qué límites éticos y bajo qué condiciones de transparencia y autoría.
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