En el idioma español decimos que algo “nos hace ilusión” o “sentimos ilusión por algo”. Nos referimos a una emoción agradable que sentimos al pensar anticipadamente en algo que nos gusta y de lo que esperamos disfrutar en un plazo razonable. Julián Marías considera que la primera utilización de la palabra con este sentido se debe a José de Espronceda (1808-1842).
El término ilusión se refiere a una percepción o interpretación errónea de un estímulo externo real. Por ejemplo, ver un animal donde solo hay vegetación o interpretar una sombra en una calle oscura como si fuera una persona. Este tipo de interpretaciones ha llevado a muchos autores a definir las ilusiones como el resultado de la combinación de poca claridad perceptiva y un estado emocional intenso. Otro tipo de ilusiones son las conocidas como ilusiones ópticas y las pareidolias.
La Real Academia de la Lengua Española asigna cuatro significados a la palabra ilusión:
- Engaño de los sentidos
- Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo
- Viva complacencia en algo
- Ironía picante
Aunque cualquier persona puede experimentar ilusiones sin que ello suponga un estado patológico, algunos trastornos psicológicos pueden incluir ilusiones patológicas. Por ejemplo, una persona con psicosis y la idea delirante de que un grupo de personas está planeando su muerte, al oír una conversación cualquiera entre un grupo de desconocidos, podría escuchar su nombre y los planes para asesinarlo.
En inglés existe la expresión look forward to (literalmente: mirar por anticipado hacia), que también expresa este concepto. No tener ilusión por nada es un síntoma de depresión.
La ilusión se considera una emoción protectora y beneficiosa. El concepto trasciende la dimensión personal y se vuelve frecuente objeto de proclamas políticas, como “tenemos que recuperar la ilusión colectiva” o el inefable “primero los pobres”.
Los gobernantes, especialmente los populistas, utilizan la ilusión para manipular a los ciudadanos. En su columna de Milenio Diario, titulada Este gobierno nos está ilusionando, la brillante comunicóloga Ana María Olabuenaga dice que “tener una ilusión es vivir en un estado de excepción. Una sensación singular, hipnótica. Marea y, de tanto que entusiasma, se desborda en miradas que van a ningún lado y sonrisas que vienen de la nada. Una especie de trance que desconecta de la realidad. Algo que no es mentira, pero que no pasa ninguna prueba de la verdad”.
Cita las ilusiones que el gobierno actual pretende hacernos sentir y las contrasta con la aplastante realidad de su inviabilidad y altísimos costos, que los coloca como triunfos pírricos, similares a los espejitos que los conquistadores usaron para engañar a los indígenas.
“Como las ilusiones ópticas, que nos hacen ver grande lo que siempre fue pequeño; las cognitivas, que nos hacen pensar una cosa cuando en realidad es otra; las de movimiento, que logran que imaginemos que algo se mueve cuando siempre estuvo fijo o las ilusiones en nuestros gobiernos, como tantos mexicanos las tienen en el nuestro” dice Ana María, quien concluye: ¿No le parece sorprendente caer en cuenta que usted imaginó de más? Imaginó un gran aeropuerto en lugar del apéndice atrofiado de un aeropuerto abandonado. Usted cayó en una ilusión. Con lo cual, no importa que esté a favor o esté en contra del gobierno, lo indispensable es que esté despierto”.