Santiago, Chile.– A punto de comenzar a celebrar otro aniversario patrio, las cifras entregadas por algunas agencias de turismo nos sorprenden. Si bien, el universo de los viajeros nacionales no es tan amplio, según Despegar.com el 75% de los vuelos vendidos por dicha agencia, corresponde a destinos internacionales y sólo un 25% a destinos nacionales. ¿Será que sigue siendo más económico tomar un avión y celebrar fuera o es que cada vez somos menos nacionalistas?
Probablemente la respuesta sea ambas y si a eso le sumamos una cantidad de días que supone la posibilidad de alejarse de las aglomeraciones (las playas del país, con la llegada de la primavera, se encuentran colapsadas en esta época del año y de seguro, uno termina encontrándose con los amigos, los compañeros de trabajo y hasta con el jefe lo que no permite desconectarse en realidad).
Por otra parte, la publicidad nos invita a emigrar con buenas ofertas y hasta a dejar de lado las cuecas y tonadas, para bailar cumbia chilensis, ritmo que no es ni chileno, ni colombiano, sino una mezcla de ambos, el que espontáneamente surge en nuestras fondas y ramadas, cada dieciocho de septiembre. Entonces, los que pueden, huyen.
Es cierto, la música en los campos, desde hace bastante tiempo ya no se circunscribe a los ritmos nacionales sino que incluye la cumbia y los corridos, como algo absolutamente natural. En las ciudades lo sabemos, pero no lo hacemos parte nuestra, sino que la situación se mira con un cierto grado de jocosidad y hasta de vergüenza ajena. Pero el pueblo lo ama y las horas trascurren al lado de un buen vaso de vino o chicha, empanadas y asados, en espera de esa música que haga de las suyas en el ánimo de los que salen a celebrar con quien quiera que esté dispuestos a acompañarlos.
El más claro ejemplo de la institucionalización de lo anterior es este comercial del supermercado Santa Isabel que tiene “precios p’a seguir bailando”…y ¿cuál es el baile, señores? una cumbia chilensis.