Es una realidad, empresas del tamaño y la categoría de RCN TV o Caracol están entendiendo la fuerza de los medios no convencionales y las herramientas de contenido a las que los consumidores se están mutando, los periódicos están ( como en el caso del Espectador) planeando cobrar contenido propio como modelo de negocio, la realidad de la comunicación y la promoción está tocando sectores y métodos clásicos como la TV, Unilever está planeando seriamente en sacar su contenido de Facebook e Instagram, expertos mercadólogos y analistas le dan el tiempo contado a plataformas de promoción como google, parámetros que hablan no solo del poder de las tendencias y la maleabilidad del consumidor, sino también de su infidelidad a algunos sistemas que antes eran todo un referente en el panorama de la promoción y el marketing como la misma televisión.
¿Pero que representa esto en términos no solo de negocio si no desde la psicología del consumidor actual? Las economías naranjas están creando un nido cada vez más entrelazado entre proyectos emergentes y descentralización de ideas que en el caso de la ALC está dando frutos en concursos y en la vista de marcas con gran trayectoria como Pixar y Disney, realidades como Netflix, están cambiando el modelo de televisión -eso ya lo sabemos- el tema ahora es que con la misma inversión (costosísima por cierto) las marcas notaron que se pueden maximizar esfuerzos en los presupuestos de sus planes de marketing para atrapar audiencias con diferentes mecanismos, que ofrece la nutrida e incesante plataforma digital.
Nadie piensa que el mercado de la pantalla chica vaya a desaparecer, sin embargo, el golpe en la puerta del consumidor hacia la TV va más allá de un llamado lejano a involucrar otros modelos mucho más cercanos e interactivos con el consumidor y no a imponer contenidos sin tenerlos en cuenta en la personalización de sus proyectos.
También es una invitación a la empresa privada a entender que ya no son dioses de la tribu y menos el tótem codiciado de las audiencias en masa que fueron antes, el camino es la transformación direccionada a un proceso menos tosco y más maleable donde el consumidor quiere hacer parte y por ende también quiere aportar más.
La mirada ya está anclada ahora los que estamos detrás de los modelos convencionales del ATL estamos esperando más espacios de personalización y más sorpresas digitales en el camino sin desmejorar sus contenidos y ofertas.