Mucha tinta se ha corrido hablando del poder. Maquiavelo decĆa: āEl fin justifica los mediosā. Sun Tzu apuntaba:
“SĆ© extremadamente sutil, incluso hasta el punto de lo informeā. Carl von Clausewitz, general de guerra, expresaba: āLa guerra es la continuación de la polĆtica por otros mediosā. PodrĆamos seguir repasando posturas sobre el tema y meditar sobre lo que dijo Napoleón o Alejandro Magno, hasta llegar a los lĆderes actuales, para delinear el concepto que define a la autoridad que una o varias personas disponen para llevar el mando.
Lo cierto es que no puede existir un poder que se ejerza sin los frenos de la Ʃtica y el sentido de la prudencia.
“El poder le permite a un actor social influir de forma a veces asimĆ©trica (donde siempre existe un mayor grado de influencia de un actor sobre otro) en las decisiones de otros actores sociales de tal suerte que las relaciones de poder estĆ”n enmarcadas por la dominaciónā, dirĆa Manuel Castells, catedrĆ”tico de la Universidad Abierta de CataluƱa.
La capacidad relacional del poder (donde el poder no es un atributo, sino una relación) estÔ condicionada pero no determinada por la infraestructura de dominación, como ejemplo de esto apuntaré que las instituciones pueden mantener relaciones de poder que se basan en la dominación que ejercen sobre sus sujetos.
Por otra parte, el poder ha ido construyĆ©ndose de la mano de la comunicación dado que muchos de los ostentadores del poder han sido grandes oradores con habilidades casi histriónicas que motivaban a sus audiencias, mismas que reaccionaban otorgando grandes vĆtores a sus lĆderes. Adolf Hitler es ejemplo de un lĆder-comunicador eficaz que lograba conectar de manera mĆ”gica con sus huestes.
En la esfera de las relaciones institucionales es bien sabido desde hace algunas décadas que la información es poder. Súmele usted amable lector a esto el surgimiento de una industria poderosa de los medios de comunicación, que, en muchas ocasiones, utilizando ese poder, adoptan el rol de Ôrbitros de la vida nacional. Integre usted a esta ecuación el peso que hoy tienen las redes sociales y le podemos llamar a todo este modelo el nombre que lleva desde hace muchos años: EL CUARTO PODER.
En la actualidad los medios de comunicación derriban gobernantes, impulsan candidaturas, documentan investigaciones, generan Ćdolos deportivos y de la farĆ”ndula. Esto es parte del poder que tienen por sĆ mismos y en el cual deberĆan concentrase, evitando caer en la tentación de adoptar el modelo colateral, caminando de la mano del gobierno.
Una asignatura ha quedado pendiente para los directivos y dueƱos de los medios de comunicación a lo largo de los aƱos y esa es la producción cultural que tanta falta hace y que muy poco se pauta en medios comerciales y estatales, lo que ayudarĆa a elevar el nivel de educación general. Hay algunos medios que ya trabajan fuerte en este sentido.
Dejando ya la parte del poder que tiene el sistema de los medios de comunicación, retomemos el concepto que tiene para la polĆtica.
Hay una frase que en la esfera pĆŗblica retumba siempre con fuerza y que a la letra dice: āEl poder se ejerce y no se comparteā, lo que significa que el lĆder con poder decide lo que hay que hacer y punto, situación que revisaremos a continuación dado que el poder absoluto tiende a degradarse.
El poder se encuentra frente a una encrucijada perturbadora y no en la gestión o la consolidación del mismo, sino en la de su existencia, dada la aparición de micropoderes que retan al poder absoluto, provocando olas tan fuertes que podrĆan causar cambios en la forma de operar en el Ć”mbito polĆtico, pero tambiĆ©n en el empresarial.
Los poderes que ejercen los seres humanos, en muchos casos son minúsculos y repartidos en todos los Ômbitos.
EstƔn en las escuelas, los sindicatos, las cƔmaras empresariales, los clubes deportivos. Son poderes reales que, organizados, retan a los poderes formales, exigiendo mejores condiciones de vida.
En resumen, el poder absoluto ya no opera en solitario, los micropoderes han llegado para quedarse.
Nos encontraremos mƔs adelante.
Federico Torres López.