Un cambio, por definición, es convertir o mudar algo en otra cosa, frecuentemente su contraria; y esto fue exactamente lo que me aconteció cuando nació mi hija, Pía Santamaría.
Acompañado de la dicha que me produjo invitar al mundo a esta pequeña persona, Pía trajo consigo cambios en la vida que disfrutábamos mi esposa y yo. Y es chistoso darse cuenta que cambia lo poco y cambia lo mucho, por eso me pareció muy interesante la información que me compartieron mis amigos de Kantar Worldpanel México acerca de los cambios de consumo en los hogares con bebés.
En México familias como la mía gastan 12 por ciento más que los hogares sin bebés. De pronto tenemos que comprar cosas como papillas, pañales, fórmulas, etc. Pero no sólo son las cosas adicionales que tenemos que comprar las que cambian, sino también nuestro consumo diario se ve radicalmente alterado; ahora compramos pensando en hacer nuestra vida un poco más práctica y esto nos lleva a consumir más productos como frutas en almíbar, verduras enlatadas, yogurt, galletas, jugos, postres listos para comer, entre otros.
Es un alivio saber que este fenómeno no sólo ocurre en mi casa, sino que es el comportamiento general de los hogares en México, razón importante por la cuál como mercadólogos debemos conocer la vida de quien nos consume, de nuestros clientes. Así de rápido puede cambiar la vida y el consumo de quienes alguna vez fueron nuestros clientes cautivos.