Por Alvaro Rattinger
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Según un pronóstico de población basado en cifras de las Naciones Unidas la región de América Latina y el Caribe suma poco más 640 millones de personas y una tasa de crecimiento en la zona apenas superior al 1 por ciento. La edad mediana de la zona es de 29.6 años que llama la atención si se compara con los 19 años de 1995. Según Worldometer la edad promedio de la zona subirá a los 31 años, no hay duda, la región está envejeciendo lentamente, si además se considera el factor de migración negativa la zona necesitará de los mejores profesionales para salir adelante. En textos de Ruchir Sharma por cada aumento porcentual de la población económicamente activa habrá un aumento en el Producto Interno del País. La región requiere de una fuerza laboral en sintonía precisa con la economía global.
En México —por lo menos — las universidades en la mayoría de los casos se han quedado atrás en oferta de conocimientos. Pero el país no está solo, la velocidad con la que la fuerza laboral ha cambiado en los últimos 5 años ha obligado a revisar los planes de estudios de la mayoría de las instituciones de educación superior, tanto en este continente como a nivel global. Las cosas son más graves de lo que parece y encontramos dos efectos perversos, por un lado los egresados salen de universidades —que han costado parte importante de los ahorros de sus padres o sus ingresos futuros en la forma de créditos estudiantiles— sin tener las herramientas para asegurar un empleo bien pagado. En otros extremos los estudiantes se han desconectado con el aprendizaje obtenido y simplemente eligen no estudiar.
La solución está en la mezcla de conocimiento y experiencias
Para los jóvenes el camino es muy riesgoso, las universidades podrían no estar aportando el suficiente valor para justificar sus precios; sin embargo, en defensa de las instituciones se ha vuelto imposible cubrir el gran respecto de conocimientos que se necesitan en la actualidad sin descuidar las bases en el proceso. En marketing, por lo menos los nuevos profesionales deben comprender temas tan variados como estrategias de mercadotecnia masiva hasta implementaciones digitales. Esto deja poco espacio para atacar temas de cultura general, filosofía, literatura o geopolítica que deberían ser el cimiento de toda construcción académica y humana. El problema no se detiene en los recién egresados. Hoy un candidato de 40 años podría encontrarse totalmente desconectado del mercado laboral si decide cambiar de empleo, en especial si son temas de tecnología o creatividad. Los puestos de alta dirección han dejado de ser ejecuciones estratégicas a largo plazo y se han convertido en trabajo de operación con una alto contenido dinámico sin mencionar la asimetría involucrada en las acciones.
Un profesional de marketing en busca de un empleo debe comprender de manera inmediata que su empleo actual puede estar en riesgo de convertirse en algo muy distinto o en un extremo desaparecer por la llegada de la inteligencia artificial o IA. Según Kevin Kelly autor de The Innevitable, en el futuro cercano la misión de los empresarios será conectar a todo proceso un componente de IA, de la misma manera que la revolución industrial vio a una generación obsesionarse al convertir todo proceso manual en una máquina conectada a energía eléctrica. De la misma manera en que hoy conectamos sin pensar aparatos a la corriente eléctrica los aparatos en el futuro cercano tomarán inteligencia artificial de internet. Hace unas semanas el ataque más grande a la infraestructura de internet se llevó a cabo mediante el reclutamiento de millones de aparatos conectados a internet. Para el futuro trabajador es importante comprender que su nuevo compañero de trabajo será probablemente un programa de computo, es indispensable que comprendamos el idioma para comunicarnos con ellos. Si las universidades no invierten en explicar el manejo, construcción y aprovechamiento de la inteligencia artificial a sus alumnos estarán en serios problemas.
Para muchas universidades esto presenta un problema de responsabilidad brutal, su principal objetivo es crear las condiciones y conocimientos para el éxito de sus alumnos. Obviar este nivel de conocimientos podría sentenciar a los alumnos a una vida de posiciones de bajo rendimiento salarial o carreras sin una ruta clara de mejoramiento personal. El trabajo de una universidad es sumamente importante y aunque hay muchas de talla mundial en México, hay una gran cantidad de instituciones que —por lo menos en marketing— le han fallado a sus estudiantes.
La economía del trabajo a destajo
Otro problema importante es que los empleos contingentes a la demanda se han hecho la norma, hoy trabajar una hora o dos como chofer de Uber no resulta un problema mayor. Por supuesto estas opciones laborales tienen ventajas pero también crean un riesgo importante de alejar a profesionales de un camino de mejora constante. Si decides salir y trabajar freelancer, uber o task rabbit en lo que encuentras una posición podrías encontrar que te atrasarás a una velocidad brutal. El problema real es que esos empleos podrían ser lo único disponible en un mundo de alto reemplazo tecnológico y con ofertas laborales de bajo valor.
El efecto de la juventud en las plazas laborales está también por terminar, la alta rotación resultado de falta de compromiso podría no tener mucho más kilometraje. Es decir, los jóvenes cada vez serán mayores y la edad promedio de la fuerza laboral podría asfixiar a las empresas por falta de mano de obra calificada. Para el marketing el reto es gigante, la creatividad y la innovación se han asociado con la juventud, ahora con una población de mayor edad será necesario hacer un retooling de los conocimientos. La única salida es la combinación de conocimientos, tecnología y experiencia en nuevos formatos laborales. Para los aspirantes en esta economía laboral la mejor salida es traer una combinación de matemáticas, programación, cultura general y una gran cúmulo de experiencias. Las universidades deben invertir en traer profesionales de campo con experiencia probada a los salones de clase, esto contraviene los estándares de certificación académica internacional; sin embargo, me parece que no hay salida. Por ejemplo, que sería más deseable, tomar clases con Elon Musk CEO de Tesla o a un académico de profesión, claramente los dos tienen beneficios importantes por lo que la mezcla es el mejor camino.
Como profesionales no tenemos opción, si no hacemos un retooling de nuestras profesiones, universidades o empresas quedaremos destinados al fracaso sistémico.