En 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado su retórica contra los migrantes, utilizando discursos que los criminalizan y fomentan el odio y la estigmatización racial. Esta narrativa deshumaniza a quienes buscan una vida mejor en Estados Unidos, sino que también tiene profundas repercusiones en su audiencia y en la sociedad en general.
De acuerdo con mi experiencia, el uso de un lenguaje cargado de prejuicios y estereotipos por parte de Trump apela al miedo y la desinformación, facilitando la adhesión a prejuicios en lugar de ideologías que requieren pensamiento complejo. Esta estrategia, que desmantela la ideología neoliberal en favor de un enfoque basado en prejuicios, socava la cooperación global y la democracia.
Además, la estigmatización de los migrantes y refugiados limita su acceso a derechos, oportunidades, seguridad y servicios, perpetuando la xenofobia y los prejuicios. Es crucial reconocer las aportaciones de las personas migrantes para contrarrestar estos estigmas y promover una sociedad más inclusiva.
El profesor Carlos Pineda, experto en marketing político, señala que Trump utiliza una estrategia de marketing político emocional para convertir a sus seguidores en activistas. Apela al orgullo nacional y al miedo, presentando amenazas externas como la inmigración ilegal y competidores económicos como China. Esta táctica no solo atrae la atención de los medios, sino que también crea un movimiento que lo apoya fervientemente.
La retórica de Trump también ha llevado a acciones concretas, como el anuncio del traslado de 30,000 inmigrantes indocumentados a Guantánamo, una medida que ha sido criticada tanto por Cuba como por organizaciones de derechos humanos debido al historial de violaciones de derechos en la base. Estas políticas generan apoyo nacionalista, pero también críticas internacionales, y reflejan una preferencia por la autocracia envuelta en desinformación populista.
Amy Fischer, directora del Programa de Derechos de Refugiados e Inmigrantes de Amnistía Internacional Estados Unidos, ha criticado el uso de Guantánamo. “Enviar inmigrantes a Guantánamo es una medida profundamente cruel y costosa. Dejará a las personas sin abogados, familia y sistemas de apoyo, arrojándolas a un agujero negro para que el gobierno estadounidense pueda seguir violando sus derechos humanos sin que nadie lo vea. Cerremos Guantánamo ahora y para siempre”, afirmó Fischer en un comunicado.
El impacto en la audiencia de Trump es notable. Su discurso inflamatorio ha sido vinculado a un aumento en los crímenes de odio y en la polarización social. Estudios han identificado el “Efecto Trump”, que traza una relación directa entre el aumento de los crímenes de odio y su retórica divisiva.
Especialistas en comportamiento humano y branding, como Laura Ibarra, han analizado cómo el discurso antimigrante de Trump ha marcado una época de tensión social en Estados Unidos. Las amenazas, los discursos racistas y xenofóbicos están afectando seriamente la salud mental de la población migrante, especialmente de los indocumentados. El miedo se ha convertido en una estrategia principal, generando ansiedad y estrés en estas comunidades.
Es imperativo que líderes y ciudadanos promuevan un diálogo abierto y respetuoso, evitando el lenguaje de odio y la discriminación. La migración es un fenómeno complejo que requiere soluciones humanas y compasivas, y no podemos ignorar el sufrimiento de aquellos que buscan un futuro mejor lejos de sus tierras natales.
El discurso de odio de Trump contra los migrantes en 2025 no solo deshumaniza a una población vulnerable, sino que también erosiona los valores democráticos y fomenta la división social. Es responsabilidad de todos contrarrestar esta narrativa con empatía, comprensión y un compromiso con la justicia y la igualdad.