Por Juan Cárdenas
Twitter: @Desautomatas

Por extraño que parezca esta pregunta suele presentarse de una forma u otra a lo largo de la vida de un editor, un mercadólogo, publicistas, comunicadores, incluso artistas mismos y por supuesto los diseñadores.

¿Por qué digo que es extraño? Porque la pregunta en sí está mal planteada y estructurada, no se puede generalizar. Es una pregunta que carece de validez, pero sobre todo cuyo origen y objetivo tampoco se sustentan.

¿Qué cambiaría de ser una totalidad? ¿Si fueran todos artistas su remuneración sería diferente? Lo dudo, pues sólo de ver el trabajo mal pagado de muchos de ellos, artistas o no pero verdaderos creativos de calidad, no veo razón por la cual esto cambiaría. ¿Por qué la pregunta entonces?

En mi caso la mayoría de las veces la escuché era más por morbo. Polémica sin sentido. La respuesta es que sí hay diseñadores quienes son auténticos artistas y otros que sólo cortan y pegan fotos como robots de maquiladoras. Los he visto a ambos y a un abanico intermedio. Pero además, he visto a otros quien dependiendo el proyecto, el día, o alguna otra circunstancia, hacen arte en ocasiones y no de forma general. Nada raro, normal.

Ahora, ¿esperan que hagan arte siempre? Sin duda no, muchas veces sólo necesitamos una simple ejecución, todo depende del objetivo y el público. Pero un diseñador sí puede ser un artista, muchos lo son. Aunque nunca me tocó, estoy seguro que esta misma pregunta se está dando ya entre ilustradores, con el mismo planteamiento. Y eso me lleva a pensar por qué la pregunta no se hace entre periodistas por ejemplo, ¿es un reportero o un escritor? ¿el columnista hace poesía? Otras profesiones aplicarían también, sin embargo no ocurre. Esto se debe a la exposición del diseño, su naturaleza lo implica, lo cual ni siquiera ocurre con el arte.

El diseño es para ser mostrado, exhibido hasta el cansancio, y además para competir contra más diseño, muchas veces a primera vista. No es así con ilustraciones, con textos, con artistas. Pero esto mismo, hace que cuando encontramos diseños llevados mucho más allá de lo mínimo, sea doblemente aplaudido.

Porque sí, el diseño puede ser un arte. Tenemos museos de diseño en Londres, Nueva York (y de Arte y diseño), San Francisco, Tokyo, en muchas más ciudades de Europa, Asia, Latinoamérica, los EUA, y por supuesto México.

Por encima de todo esto, lo más importante debe ser que esta pregunta no sea nunca hecha ni respondida por diseñadores. Sino por quienes son sus consumidores, ellos solamente pueden determinar si una portada, una página, un poster, un disco, una playera, una lata, una etiqueta, un logo, una página web, una animación, un patrón, un retoque, una tipografía, un tatuaje, un grafiti, un paquete gráfico, o cualquier otra cosa que vean a su alrededor (pues todo, todo ha sido diseñado por alguien) sea arte o no.

De nuestro lado, mercadólogos, comunicólogos, publicistas, etc. Debemos preguntarnos si ¿necesitamos arte? O sólo ejecuciones rápidas, costeables, ejecutables, durables, resistentes, discretas, etc. Conscientes de la maleabilidad del diseño y su maravillosa aplicabilidad.

Los diseñadores por su lado, creo que deben simplemente criticar su trabajo pasado (siempre el suyo, al menos primero que el ajeno) y bajo esas evaluaciones, preguntarse si buscan y les interesa hacer arte, y cuándo.

El diseño es una de esas profesiones que nunca serán obsoletas (como sí los mercadólogos, comunicólogos y publicistas; aunque eso sea motivo de otra columna), por el contrario, siempre requerirán evolución instantánea, e implica retos y desafíos permanentes; una maravilla.