Con frecuencia, quienes rebasamos los 50 aƱos no entendemos las formas de pensar y las conductas de los jĆ³venes. A pesar de que ello ha sido una queja reiterada porque siempre existe una brecha generacional, a raĆz de la revoluciĆ³n tecnolĆ³gica este hecho se ha acentuado. El rĆ”pido avance de la tecnologĆa ha provocado que el entorno de las nuevas generaciones sea sustancialmente diferente al que prevaleciĆ³ durante la formaciĆ³n de quienes ahora rebasamos el medio siglo de existencia.
Crecimos, educados por nuestros padres, abuelos, el profesorado de todos los niveles, las religiones y, desde luego, los medios de comunicaciĆ³n con sus pelĆculas, series, telenovelas, conductores de espectĆ”culos y de noticieros, documentales histĆ³ricos, libros, periĆ³dicos, revistas, etcĆ©tera.
SegĆŗn el psicĆ³logo social *Jonathan Haidt, la forma en que crecemos y las normas que aprendemos influyen profundamente en nuestra percepciĆ³n moral. Su teorĆa de los āfundamentos moralesā explica por quĆ© generaciones distintas pueden tener valores diferentes, puesto que cada grupo ha sido expuesto a contextos socioculturales distintos.
Un estudio de la Universidad de Stanford mostrĆ³ que los programas de televisiĆ³n y el cine refuerzan ciertos estereotipos a lo largo del tiempo. En el siglo XX, los medios promovieron roles de gĆ©nero tradicionales y narrativas que hoy resultan polĆ©micas. El impacto de los medios de comunicaciĆ³n en la formaciĆ³n de valores es innegable.
Arturo Sandoval, un experto en el tema, cita algunos ejemplos: āĆngel FernĆ”ndez, un cronista de fĆŗtbol muy reconocido de los aƱos 50 a los 90, al igual que Paco Malgesto, Fernando Marcos, Sonny AlarcĆ³n, ToƱo Andere, etcĆ©tera, narraban muchos deportes como bĆ©isbol, lucha libre, box, grandes premios de autos y todos los eventos en Juegos Panamericanos u Olimpiadas. No faltaban en los concursos de belleza ni en noticieros de cine. La televisiĆ³n de aquella Ć©poca era reflejo de los valores de la sociedad muy patriarcalā
Don Fernando -afirma Sandoval- sacaba sus frases y sus āchistesā en el transcurso de una narraciĆ³n o en los comentarios de medio tiempo, con chascarrillos como estos:
ā āĀæEn quĆ© se parecen las mujeres a las chamarras de cuero?ā
āEn que duran mucho y se arrugan pronto.ā
ā āĀæPor quĆ© se les dice a las mujeres ādamasā?ā
āPorque se van con quiĆ©n da-mĆ”s.ā
Estas expresiones misĆ³ginas, dichas por Fernando Marcos, eran festejadas por sus compaƱeros de transmisiĆ³n.
En todos los juegos que narraba, Ćngel FernĆ”ndez se referĆa al fĆŗtbol como āel juego del hombreā.Ā
La costumbre de entonces, de festejar los chistes machistas, racistas o discriminatorios, tiene una explicaciĆ³n: SegĆŗn el psicĆ³logo Robert Provine, āla risa es una herramienta social que refuerza la pertenencia a un grupoā. En el pasado, los chistes machistas o despectivos eran parte de la cultura dominante, pero hoy se ven de manera diferente al cambiar las normas de convivencia.
En MĆ©xico, el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM seƱala que la televisiĆ³n de los aƱos 50 a 80 construyĆ³ una imagen del hombre como autoridad y protector; mientras, la mujer era representada como figura secundaria, muchas veces subordinada y anulada
Los adultos mayores y los jĆ³venes de hoy no somos diferentes por naturaleza, sĆ³lo fuimos formados en un mundo con reglas distintas. La evoluciĆ³n cultural es inevitable, y aunque hoy nos confunda un poco el lenguaje woke, el feminismo o la diversidad de gĆ©nero, estos cambios son el resultado de una sociedad reescribiendo sus valores con base en nuevas investigaciones y debates.
Datos de la Universidad de Harvard revelan que el 78% de los conflictos generacionales en el Ć”mbito laboral y social provienen de diferencias en valores y formas de comunicaciĆ³n mĆ”s que de diferencias tecnolĆ³gicas. SegĆŗn un estudio del Pew Research Center, el 62% de los adultos mayores de 50 aƱos siente que debe moderar sus opiniones en redes sociales para evitar conflictos con las generaciones mĆ”s jĆ³venes.Ā
Joe Barcala dice que āver al mundo desde una perspectiva egoĆsta, narcisista, chovinista, provoca el desperdicio de las generacionesā.