Por Daniel Granatta
Twitter @danigranatta
ĀæUstedes le dan click a los banners que se les aparecen en pantalla? Yo a veces lo hago, lo reconozco, pero cada vez menos. De hecho, la Ćŗltima moda es la de que se me aparecen (a mĆ, que ni puedo votar en MĆ©xico) banners de candidatos polĆticos de Veracruz, Tamaulipas y otros estados del paĆs pidiĆ©ndome su voto āpara hacer bien las cosasā. No es mala la promesa, pero lo cierto es que no les creo. Lo mismo le pasa a las marcas, porque no vayan a pensar que en tĆ©rminos de despertar afinidad las marcas en MĆ©xico estĆ”n mucho mejor que la clase polĆtica. AsĆ que cada vez le doy menos clicks a los banners, y puede que sea probable que a muchos de ustedes les suceda lo mismo.
No obstante, aclaro que no pertenezco a esa teorĆa que afirma que los usuarios āsomos inmunes a la publicidadā, teorĆa que dice que mis ojos serĆan insensibles a la presencia de los banners en la pantalla. En mi caso no les doy click voluntariamente, no porque no los vea, de hecho a veces no sĆ³lo los veo sino que incluso les tomo un pantallazo y los comparto en forma de imagen en este grupo de Facebook de tan florido nombre, ustedes disculparĆ”n lo grosero, pero en estos temas creo que no caben medias tintas. Veo, por la cantidad de material que hay en el grupo, que no soy el Ćŗnico que prefiere burlarse de un banner en vez de hacerle click, quizĆ” serĆa interesante estudiar esa atenciĆ³n captada e intentar traducirla en un nĆŗmero de esos que generan las agencias de medios cuando le muestran los resultados de las extraordinarias pautas de banners que compran para sus clientes, imaginen: ācompramos 2 millones 500 mil impresiones, 50 mil usuarios hicieron click, lo que nos genera un clickthrough de 0.02 por ciento, pero ademĆ”s tres personas subieron banners de la campaƱa al grupo de Facebook y 600 usuarios coincidieron en que el banner era realmente digno del grupo, asĆ que ahora mismo, y por el mismo precio, le recalculamos el clickthrough porque es obvio que lo vieron y eso hay que contabilizarloā.
Pero no toda la culpa de que yo no le haga clicks a los banners es de las agencias de medios y esas pautas locas que hacen que, por ejemplo, un banner de bebidas energĆ©ticas salga junto a una noticia que relata cuĆ”ntos coches se robaron en la ciudad en la que vivo en la Ćŗltima noche o que el mismo banner aparezca mostrĆ”ndose tres veces simultĆ”neamente en la misma pĆ”gina. No. Eso sĆ³lo me hace hartarme del banner, pero eso es una reacciĆ³n a posteriori, no aquella por la que no doy click.
La causa de que no le dĆ© click a los banners es porque, en tĆ©rminos generales, son muy muy muy malos, quĆ© banners tan malos hacemos en MĆ©xico, caray. Eso, y que ademĆ”s me quieren sacar de la pĆ”gina en la que estoy leyendo algo para llevarme a otro sitio, y eso me da mĆ”s pereza todavĆa. El viaje a otro lugar de la red, eso es, ese es el problema, porque para que los usuarios dejen su dĆa a dĆa a cambio de viajar hasta la marca se necesita un buen motivo, y por lo general las marcas no ponen por delante motivos interesantes para viajar hacia ellas porque a la gente le importa un pimiento lo que las marcas tienen para decir. Por eso, a mĆ me ayudarĆa, como usuario, el que las marcas de este paĆs dejaran de ver a los banners como simplemente una herramienta para generar trĆ”fico y la vieran como una pieza con un valor en sĆ misma, una herramienta con un cierto encanto que regalarme en vez de una pasarela tan molesta.
De eso venĆa yo a hablar, porque harĆ” un par de meses que me encontrĆ© con esta maravillosa pieza de la marca japonesa Uniqlo:
Ya ven, de repente cualquier imagen en un site es susceptible de ser convertida en un banner, pero sĆ³lo si el usuario lo decide pulsando el botĆ³n que los activa. ĀæCĆ³mo medir aquĆ la pauta? De repente, las mĆ©tricas comunes no aplican para nada en este caso, pero algo funciona muy bien cuando es el pĆŗblico el que se instala el widget para auto-instalarse los banners en sus propios espacios. QuizĆ” tenga que ver porque el contenido es de valor, es lindo, caray, aparte de tener la oportunidad de ganar algo. Pero mĆ”s que eso, creo que el valor es que el usuario se siente tratado con respeto, en vez de encontrarse en medio de una cacerĆa en la que es la vĆctima.
Esta pieza sin pauta medible (en tĆ©rminos convencionales) de Uniqlo me hizo rememorar inmediatamente Ć©sta otra de las famosas patatas Pringles, la cual comienza con una simple imagen (bastante bizarra) y un call-to-action que incita a resolver el misterio de por quĆ© el amor es complicado. Click tras click en pos de un final que nunca llega (sĆ tiene, para que no desistan y lleguen al mismo) uno se da cuenta de que en realidad estĆ” viviendo a base de clicks el famoso motto de la marca, āonce you pop you canāt stopā, en una historia en la que se demuestra que para conectar con los usuarios no siempre es necesario crear una historia de efectos visuales apabullantes como Avatar, que a veces una pelĆcula de quince minutos en blanco y negro es igualmente valiosa y estimulante. Pringles, como Uniqlo antes, es un banner increĆble e inmedible. ĀæCuĆ”l es el clickthrough? ĀæCĆ³mo se mide la sonrisa del usuario al llegar al click 100? Porque ademĆ”s el banner no lleva a ningĆŗn sitio, no es necesario, trata con tanto respeto, creatividad y encanto a quien hace click en Ć©l que Ć©ste se lleva un magnĆfico recuerdo de la marca.
AquĆ en MĆ©xico, en cambio, nos encargamos de hacer otras cosas, como por ejemplo llevar a los usuarios (mediante el banner) a un sitio web de la marca donde les ofrecemos redimir sus cĆ³digos de compra (que consiguen en el producto de la marca, porque la gente estĆ” loca por los productos de las marcas) a cambio de conseguir un iPod. Y no funciona; no es inteligente, y sobre todo, no trata con respeto. Claro, que para respetar a los demĆ”s primero hay que respetarse a sĆ mismo, y eso nos incluye a todos los involucrados en hacer y pautar banners en este paĆs, en dejar de atender a esas hojas de pauta, que son iguales para una marca de agua que para una marca de ropa deportiva, y comenzar a buscar a la gente con respeto en vez de como un simple pedazo de carne que al final completarĆ” una compra para que podamos incrementar un porcentaje que entregar de vuelta al cliente.
Y asĆ, mientras encontramos ese respeto del que hablo, les dejo una pieza mexicana para que nos inspiremos en la bĆŗsqueda; si tuviera un call-to-action mĆ”s llamativo probablemente estarĆamos hablando del primer banner mexicano con un LeĆ³n de Cannes, y yo, a banners como Ć©ste sĆ les doy click. Es una cuestiĆ³n de respeto, encontrĆ©moslo y con Ć©l encontrarĆ”n los usuarios que buscan para sus campaƱas.