La red de renta de hospedaje por temporadas en propiedades particulares tendrá que luchar este año con la legislación que limita en estas dos metrópolis la cantidad de días que pueden alquilarse un apartamento o casa.
Airbnb se encuentra con este nuevo escollo en el que como empresa de economía colaborativa, debe luchar para cumplir con las normativas de la economía tradicional. Y es que desde el primero de enero de 2017, se prohíbe rentar por más de 90 días al año, las propiedades en Londres, mientras que en Ámsterdam la cifra es de 60 días anuales. La norma en el caso de Londres ya existía (2015), pero ahora será por ley.
Ante esta situación, Airbnb planea introducir un sistema que automáticamente limite el número de noches de renta en ambas ciudades, dentro de su portal, para de esta forma evitar posibles sanciones.
Según datos de la empresa, el promedio de días que es rentada una propiedad a través de esta web es de 50, mientras que en Ámsterdam es de 28.
La situación es específicamente significativa, pues en el caso de Londres, se tata de uno de los destinos más populares de la empresa a nivel mundial, y por ello cuenta con la tercera lista de propiedades en número, (casi 40.000) solo por detrás de Nueva York (43.000) y París (68.000).
Ámsterdam, aunque con menor oferta de hospedaje, también es importante para Airbnb, pues datos de comScore, muestra que Holanda (6,3 por ciento), después de Francia (7,3 por ciento), es el segundo destino europeo contratado a través de esta plataforma.
No es la primera vez que la empresa de economía colaborativa debe enfrentar este tipo de normativas, pues ya en Nueva York, han tenido que enfrentar juicios por las multas de hasta 7.500 dólares que les imponen por anunciar el alquiler de propiedades, por menos de 30 días de alquiler.
O en Barcelona, donde ha sido multados con 600.000 euros, por anunciar pisos que no tiene licencia para tal finalidad. Mientras que en Berlín, han establecido multas de hasta 100.00 euros para si se renta para estancias cortas, por más del 50 por ciento del año, la propiedades de un anfitrión.
Y es que en el caso de Europa, mucha de la oposición al negocio de Airbnb está relacionada con los crecientes precios de las propiedades, debido a esta modalidad de alquiler, y la cada vez mayor falta de residencias para los habitantes de tan turísticas ciudades. Por no citar el notable impacto que tiene sobre la industria hotelera.