Sorprendentemente, nos acercamos cada vez más a esos últimos instantes del año, pensando ya en un bien merecido descanso y comenzando a percatarnos del inminente inicio de un nuevo año, momento en el que casi por “arte de magia” surge una nueva oportunidad para plantearnos las cosas que queremos lograr.
Y es que, en la gran mayoría de los casos, el tema de “preparar” un año nuevo se ha convertido más una mera rutina que un acto consciente de auto-evaluación y proyección a presente y futuro. Muchas personas están acostumbradas a hacer propósitos casi de manera automática, porque “es lo que toca” y porque existe la esperanza de que el próximo año si se logren los grandes anhelos y se corrijan las fallas que frenan la felicidad.
Un propósito es un objetivo que se desea alcanzar, pero alineado con una intención y sustentado por el ejercicio de la voluntad. Hay que recalcar que, simplemente “desear algo” no es un propósito y esta es una de las principales razones por las que una gran cantidad de personas no logran las metas que se proponen.
Hay que romper el cliché de los propósitos de año nuevo y comenzar a plantear las cosas que queremos lograr con base a una profunda intención y a un anhelo que nos impulse y que sostenga nuestra voluntad. A continuación propongo 4 conceptos básicos que te ayudarán a trazar de manera diferente tus propósitos al comenzar un nuevo ciclo. Los llamo anti-propósitos por que quiero diferenciarlos de la “famosa” rutina anual de escribir una simple lista de deseos.
Determina tus Propósitos
Para llegar a algún lugar, lo más importante es saber a dónde quieres ir. ¿Qué es lo que realmente quieres? ¿Con que propósito o intención se alinean las metas que te propones? ¿Qué acciones quieres que definan tu persona? ¿Cuáles son los propósitos que realmente sientes y que te mueven? Es muy importante no irse a los clichés (dinero, peso, status, social, etc.) sin razonarlo. Entre menos significado profundo (intención) tenga un propósito, más fácil será perder el foco del mismo y fracasar en su consecución.
Cuida tus recursos
Para alcanzar tus anti-propósitos siempre requerirás de dos materias primas: 1) Tu energía 2) Tu tiempo. Tu energía se traduce en la voluntad con la que sostendrás las cosas que quieres hacer, mientras que tu tiempo, como ya sabes, es limitado y hay que dividirlo entre todas las actividades profesionales, personales, familiares y sociales. Si queremos abarcar demasiado, nuestro tiempo y energía se fragmentarán y diluirán entre demasiadas metas y al final terminamos soltando las “menos relevantes”, habiendo mermado el arranque de las de mayor importancia. En cambio, con menos propósitos, mejor definidos, podrás concentrar una mayor cantidad de energía y tiempo en lograrlos. Evita rellenar la famosa lista de 12 deseos (uno por cada campanada / Uva), por el simple hecho de “llenarla” y mejor escoge solo los propósitos más importantes.
Formula propósitos efectivos
Es sorprendente que muchas veces he conocido personas que se meten el pie antes de si quiera comenzar a trabajar en sus metas. Formular un propósito efectivo tiene que ver con autodefinirse uno mismo como parte del propósito logrado (integrado a la solución) y no identificarse con la carencia del mismo. Hay que considerar que es diferente “querer” que “desear”. Desear implica, en cierta forma, anhelar algo que es ajeno a nosotros, mientras que querer implica llamar algo a nuestra vida que consideramos afín a nuestra naturaleza y que por lo tanto es viable desarrollar.
Veamos el mismo ejemplo visto desde dos enfoques opuestos:
1) Quisiera perder peso vs. 2) Ser (soy) saludable con un peso ideal (“x” kg.)
La diferencia es total. En el ejemplo 1, la palabra “quisiera” (pretérito imperfecto) implica un anhelo que de entrada se asume como imposible o poco probable de que ocurra. Además, el “foco” del propósito en “Perder peso”, lo que implica un esfuerzo por modificar un atributo que nosotros mismos autodefinimos como propio (el sobrepeso). Es decir, estamos programando nuestro subconsciente de manera inversa a lo que queremos lograr.
En el ejemplo 2, nos definimos como lo que queremos ser / somos ya (en potencia) y adoptamos en nuestro proceso la misma meta / propósito.
Recuerda que para formular tu propósito de manera efectiva es conveniente hacerlo siempre en tiempo presente, que sea personal y de manera positiva.
Adopta el Proceso
Algo que muchas de las personas buscan en sus listas de deseos es conseguir o lograr metas o cosas (deseos). Mientras tu foco esté en una meta o anhelo (que se perciba inconscientemente como algo a “lograr”) es más probable que no lo consigas, porque inconscientemente “querer lograr” implica definirse en un estado ajeno al deseo mismo. Lo mejor es que la meta o propósito en sí, se definan como el estado que debemos adoptar para lograr lo que deseamos. Es decir, que definas en tu propósito el camino requerido para lograr la meta. El propósito no es bajar de peso, sino mantener saludable el cuerpo/mente con ejercicio y comiendo saludable. Cuando nos autodefinamos como parte de ese proceso y empleemos nuestra voluntad en adoptar esa nueva forma de vida, la bajada de peso llegará en automático y de manera permanente. Lo mismo pasa con el dinero, el trabajo, las relaciones interpersonales.
Espero que este nuevo ciclo que estás a punto de comenzar a planear, esté lleno de significado e intención profunda y que te sea de utilidad esta columna. Sígueme en Twitter en @carlosluer y siéntete en libertad de escribir aquí tus preguntas o comentarios. ¡Saludos!
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