De cara a las elecciones presidenciales de 2018, las candidaturas independientes en el país se mantienen en la mira. La participación de posibles candidatos que no pertenecen -cuando menos en teoría- a ningún partido establecido se lee desde dos perspectivas. Por un lado, pueden representar una bocanada de aire fresco para los ciudadanos y el modelo democrático que por décadas ha prevalecido en la nación.
Sin embargo, desde otra perspectiva, la participación apartidista, que en este proceso tiene especial peso, deja en claro un sin fin de vacíos en la correcta implementación de un sistema democrático capaz de adaptarse a las dinámicas sociales actuales.
Consolidarse como una opción en las boletas es quizá el primer gran desafío a vencer para los participantes independientes y sus seguidores.
A mediados de octubre, cifras del Instituto Instituto Nacional Electoral (INE) hablaban de un total de 86 solicitudes ciudadanas para contender como candidato independiente a la Presidencia de la República en 2018, de las cuales 40 procedieron, 38 tuvieron un plazo de 48 horas para subsanar alguna omisión y ocho fueron declaradas improcedentes porque no cumplieron todos los requisitos de la convocatoria.