El 9 de marzo del 2017 escribí que AMLO sería el próximo presidente de México, simplemente tenía la marca política con mayor recordación. Esa fórmula le permitió arrasar con sus contrincantes; por esa misma razón los partidos políticos quieren personalidades en las boletas. Desde Cuauhtémoc Blanco hasta Paquita la del Barrio son nombres que han aparecido en el mundo de la política en los últimos años, ostentan gran fuerza como marcas personales. Adicionalmente tiene peso al leer encuestas de preferencia y aceptación entre la población, ese es el centro de esta columna.
Las cifras de aprobación tienden a favorecer a Andrés Manuel López Obrador y aunque podríamos elegir cualquier parámetro para realizar este análisis el más justo —me parece— es el de oraculus.mx, un promedio de las encuestas que “agrega los resultados de las principales encuestas públicas de aprobación presidencial.” Debemos arrancar por admitir que no existe una empresa de investigación de mercados que en su sano juicio eliminará la recordación de marca de una encuesta, es decir, todo lo bueno y malo que trae una empresa (o marca) se refleja en los resultados. Lo mismo sucede con el presidente, su marca afecta de manera importante, de no conocer al presidente es más fácil tener una opinión negativa (o diferente), es decir no se personaliza la respuesta. El análisis también debe incluir que arrancó con una aprobación del 75 por ciento, un número que cualquier presidente envidiaría, incluyendo Donald Trump o Joe Biden. Al día de hoy la aprobación ha bajado al 63 por ciento, algunos esperarían que el número fuera más bajo y se lamentan que su popularidad sigue alta. No obstante una caída del 13 por ciento es enorme, veamos el problema en sentido opuesto. Solamente 16 por ciento de los encuestados desaprobaba al presidente al inicio de su mandato, ahora es el 31 por ciento. David Eagleman Doctor en Neurociencia y autor del Libro Incognito sostiene que la información se procesa de manera muy distinta dependiendo en cómo es presentada. Este es un claro caso de sesgo de información.
Existen ejemplos en la historia de presidentes que han vivido crisis enormes, uno de ellos es George W. Bush, el presidente número 43 de la Unión Americana. Arrancó su primer mandato con una aprobación del 58 por ciento según cifras de Gallup/USA. Después del ataque de las Torres Gemelas su aprobación llegó al 91 por ciento, con dos aumentos importantes, el inicio de la Invasión de Iraq (70 por ciento) y la captura de Saddam Hussein (65 por ciento). No obstante su aprobación terminó por debajo de los 45 puntos porcentuales al final de sus 8 años de gobierno. La lección de las cifras de Bush es que la aprobación en tiempos de crisis termina por deteriorar, el trabajo de gobierno desgasta la imagen de cualquier presidente y aunque hay momento de mejoría la tendencia normalmente es descendente.
Los presidentes que arrancan con aprobaciones cercanas al 50 por ciento tienden a mantener mejor su posición por lo menos así sucedió con Bill Clinton: arranque con el 58 por ciento y final con 66 por ciento. Donald Trump 45 por ciento al arranque y 34 al final. Verán que en estos dos ejemplos la variación no excede el 10 por ciento. Regresando a México, es válido decir que Enrique Peña Nieto no es un presidente con buena percepción pública y así lo demuestran sus cifras de aprobación. Según datos de Oraculus arrancó con 54 por ciento y terminó con 23 por ciento. Fox y Calderón cumplieron con la norma de moverse menos del 10 por ciento, Vicente Fox comenzó con 69 y terminó con 61 por ciento. El gran ganador en términos de aprobación es Ernesto Zedillo que arrancó por debajo de todos los mencionados con un 42 por ciento y terminó con 67 por ciento, inclusive por encima de AMLO en este momento. La aprobación de la gestión de AMLO refleja cifras de pérdida en aprobación muy similares a las de Vicente Fox Quesada y Enrique Peña Nieto, 13, 14 y 15 por ciento respectivamente. Solamente Felipe Calderón y Ernesto Zedillo mejoraron su aprobación en los primeros dos años de gobierno.
Los datos indican una tendencia clara a la disminución de aprobación al mandato de AMLO, tema que seguramente aumentará en los meses de contienda electoral, más ataques políticos y la innegable falta de vacunas en el país. Cifras de la encuesta del periódico El Financiero apuntan a que el 77 por ciento de los encuestados considera el abastecimiento de vacunas insuficiente. El gran aprendizaje de la recordación de marca es que beneficiará en la votación pero será cruel en la evaluación, ver a Trump como ejemplo. Ser demasiado visible puede ser una bendición en el marketing político pero también puede ser una Espada de Damocles que cuelga sobre tu cabeza. El 13 por ciento de pérdida de aprobación es un número enorme, habrá que ver las acciones de corrección que tiene pensado el gobierno y si el COVID lo permite.
