La Ética, ¿un aliado suficiente o insuficiente?
Esta semana se anunció en distintos medios la caída en el valor de las acciones de la principal red social, efectivamente, una minusvalía de más del 20% en el precio de la acción de la empresa Facebook.
Algunos analistas afirman que este podría ser el inicio del fin de esta y otras redes sociales, el rampante ascenso de un “nuevo paradigma” en cuanto a creación de contenidos se refiere: el uso de imágenes y videos con mensajes breves, que si bien es cierto, ni siquiera podríamos decir que es algo novedoso.
Sin embargo la manera de compartirlo y la velocidad con la que estos contenidos se transmiten, es en sí mismo, la variable que ha motorizado el deseo de los usuarios por atender redes sociales como TikTok, por ejemplo.
Esta acción que se percibe en “tiempo real”, o al menos aparenta serlo, es de algún modo lo que en esencia cautiva a las audiencias. Nuestra marca y su manejo enfrentan la tarea de actuar en ese metaverso, y en la mayoría de los casos reaccionar a ciertas tendencias del segmento y competidores.
Por supuesto, en términos generales esto pasó a ser la crónica de una o varias pequeñas derrotas para los responsables del manejo de marca en algunos emprendimientos, lo cual se hace más visible en el segmento de las micro empresas que conforman una mayoría en los espacios digitales.
Esta desventaja en la capacidad de reaccionar y crear nuevas propuestas, ofrece la oportunidad de redirigir los esfuerzos hacia estrategias más enfocadas en las características cualitativas del mercado, y alejarse en cierta medida de la visión cuantitativa en el estilo de generar contenidos.
¿Qué tanto el manejo de nuestra identidad de marca se está viendo manipulado por esta atmósfera de emergencia? Y, por otro lado, hasta qué punto se actúa de modo reactivo a un impulso que parece navegar sino en la superficie, sí muy cerca de ella, este arrastre basado en destellos asemeja un tablero para dardos de los que algunos colgamos en nuestras paredes, y, en ese sentido, pareciera que están construidos por haces de luz multicolor. Por ende los dardos (la información) deambulan a través de esta luz convirtiéndose en tiros al vacío.
La idea, un tanto Platónica, albergada en nuestros intentos de sumar, tratando de atinar en el blanco mediante la estrategia que creemos adecuada y adicionar clientes, reconocimiento, o escalar posiciones respecto del segmento que se atiende.
Esta madeja indescifrable como lo es en apariencia el mercado, logra por momentos configurarse como un ente de una sola cabeza y una sola convicción.
Fenómenos como el sufrido por la empresa Facebook en estas últimas semanas nos coloca bajo un umbral de incertidumbre, al cual debemos revirar sin perder de vista los componentes del mercado que a toda luz se integran con una multiplicidad de cualidades, todas inherentes a su naturaleza individual.
Este dilema que transita en la autopista de lo fugaz y en una inalcanzable inmediatez, nos invita, sino a reinventarnos, a evitar esta visión de uniformidad que nos deshumaniza.
