Desde hace algunos años, se habla mucho que el liderazgo está cambiando de una vieja escuela de comandar y controlar a una nueva era de liderazgo moderno que funciona mejor hoy en día.
En lugar de decirle a sus equipos exactamente qué hacer, los líderes han cambiado hoy a hacer preguntas abiertas; en lugar de seguir el plan al pie de la letra, se espera que los planes se adapten para alcanzar resultados conforme nueva data esté disponible; en lugar de depender únicamente de la experiencia y el instinto, hoy se espera que un buen líder debe usar data. El primer estilo de liderazgo descrito anteriormente es más “tradicional” y el segundo lo podemos llamar “emergente”.
El verdadero reto es que en el mundo actual, la mayoría de los líderes deben de ser buenos en ambos estilos para ser exitosos. Cualquier líder que únicamente utilice su autoridad no será exitoso en el contexto actual de tecnología, data, negocios y expectativas organizacionales, las cuales están cambiando con gran rapidez. Por otro lado, un líder que no demande perfección, que solo escuche y no hable, que siempre delegue y empodere y no ejerza cierto poder, no será eficiente.
Les comparto las 7 tensiones que cualquier buen líder debe manejar -y mejorar continuamente- de manera situacional.
- El experto vs. El que Aprende. – Tradicionalmente, los grandes líderes construían sus carreras desarrollando un gran expertise y demostrando mayores competencias conforme obtenían mayores responsabilidades y las organizaciones asumían y compensaban que ese conocimiento era lo mejor. En el liderazgo emergente, los líderes deben reconocer que su expertise es limitado -o incluso obsoleto- y deben estar abiertos a aprender y trabajar con otros expertos.
- El Constante vs. El que se Adapta. – El estilo tradicional valora mucho la convicción y consistencia en las tomas de decisiones, “ya sabes lo que el CEO va a decidir, ya sabes cómo es”. Mientras que en estilo emergente se reconoce que en contextos de muchos cambios y volatilidad, hay decisiones que deben de ser reconsideradas o adaptadas y que “es de sabios cambiar de opinión” cuando hay data en información que lo soporta. Si no se maneja esta tensión de manera correcta, un líder se verá demasiado rígido o volátil.
- El Táctico vs. El Visionario. – Tradicionalmente se esperaba de los líderes claridad operacional, consistencia y planes bien definidos. El estilo emergente sugiere que los líderes deben de tener muy claro hacia donde deben y quieren ir, y poder escribir sus reglas del juego de manera cambiante y adaptándose a las situaciones. Si no se maneja bien esta tensión, los líderes pueden parecer carentes de un verdadero propósito u objetivo claro a perseguir para sus equipos o ser demasiado intangibles, soñadores y no tener un plan concreto con el cual deben ganar.
- El líder que Habla vs. el que Escucha. – En el estilo tradicional un líder típico debe de decirle a su equipo exactamente qué hacer y cómo hacerlo, tiene la palabra la mayoría del tiempo y le encanta el sonido de su propia voz. En el estilo emergente, un líder debería escuchar a todos antes de tomar las decisiones importantes. De no tener un balance en esta tensión, un líder puede perderse de información valiosa de parte de su equipo, que tiene más detalles, o no compartir su propia experiencia y sabiduría que podría ser de mucho valor y aprendizaje para su equipo.
- El que Tiene el poder vs. el que Comparte el poder. – El estilo tradicional sugiere que el líder debe de serlo desde arriba, jerárquicamente, tomar decisiones y actuar independientemente. En contraste, el estilo emergente valora empoderar a otros miembros del equipo para llegar a resultados. De no ser manejada correctamente esta tensión, los líderes corren el riesgo de marginar y alienar a talento emergente o de sabotear su propia autoridad compartiendo demasiado poder a mucha gente.
- El Intuitivo vs. El Analítico. – Tradicionalmente al líder se le considera alguien con un gran expertise, que actúa y toma decisiones intuitivamente. Mientras que en el estilo emergente se espera que un buen líder base sus decisiones en data. Si no existe un balance, los líderes podrían tomar decisiones sesgadas, no sustentadas con la realidad del negocio o bien podrían perder su brújula interna, hacerle caso solo a la data y no utilizar experiencias pasadas e intuición como parte del proceso de toma de decisiones.
- El Perfeccionista vs. el Acelerador. – En el estilo tradicional, los líderes deberían de tomarse el tiempo para entregar un producto o servicio hasta que esté perfectamente terminado y listo. Por otro lado, en el estilo emergente, se valora mucho el reconocer y hacer algo ágil-rápido: aprender, fracasar rápido y hacerlo aunque no esté perfecto, iterar. Es claro que en esta tensión se corre el riesgo de ser demasiado lento buscando perfección o de lanzar iniciativas prematuras, que hagan quedar mal al líder y a su equipo por estar muy lejos de ser suficientemente buenas.
Los buenos líderes no utilizan de manera consistente el estilo tradicional o el emergente, sino que logran un buen lance basados en la situación y circunstancias del negocio y la organización. Pueden apoyarse en trabajar de manera profunda en su auto-conocimiento, incrementar su capacidad de aprendizaje y adaptabilidad, y desarrollar su liderazgo contextual.