La libertad de expresión es un pilar fundamental de cualquier democracia, pero en México se enfrenta a desafíos alarmantes que amenazan la vida y el trabajo de quienes se dedican al periodismo. En un país donde la información es vital para la rendición de cuentas y la transparencia, el costo de ejercer este derecho puede ser extremadamente alto.
Según datos de organizaciones como Artículo 19, desde el año 2000, más de 130 periodistas han sido asesinados en México, lo que posiciona al país como uno de los más peligrosos del mundo para la prensa. Este clima de violencia y miedo no sólo afecta a aquellos que informan sobre la realidad, sino que también coarta la libertad de expresión de toda la sociedad.
Las estadísticas también revelan un contexto de acoso y hostigamiento. Al menos siete periodistas han sido asesinados en México en 2024, lo que coloca al país como el tercero más letal para los comunicadores, solo detrás de Palestina (18 muertes) y Pakistán (8 muertes), de acuerdo con un reporte de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) publicado el pasado jueves a días de la conmemoración del Día Nacional del Periodista.
El informe de la Unesco resalta que la cifra de siete asesinatos en 2024 es la misma que en 2023, aunque significativamente menor que los 19 homicidios de periodistas registrados en 2022.
La Unesco reiteró que “el país tiene la oportunidad de seguir impulsando el reconocimiento al trabajo de las personas periodistas como sustancial para lograr el bienestar común. Y con ello fortalecer el debido proceso y atención a los crímenes contra periodistas, mitigar riesgos, mejorar sus condiciones laborales y fortalecer los trabajos de investigación de los asesinatos y su diligencia”, consideró.
Pese al panorama en México, el organismo destacó que las estimaciones sugieren “que puede haberse avanzado en la lucha contra los ataques a periodistas”, pues América Latina y el Caribe registraron 12 asesinatos en 2024, en comparación con los 18 de 2023 y 43 de 2022.
El acoso que sufren los comunicadores no proviene únicamente de los grupos criminales. Muchas veces, proviene de autoridades y figuras públicas que buscan silenciar voces disidentes. Esta combinación de amenazas transforma el ejercicio periodístico en una tarea peligrosa, donde la autocensura se convierte en un mecanismo de supervivencia.
Y hay más: en el año que acaba de terminar, México se ubicó en el lugar 13 de 22 en el Índice Chapultepec 2024 con una calificación de 43.5 puntos. Este estudio de La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) indica que México está en la categoría de “en restricción” en lo que se refiere a la libertad de expresión y de prensa.
Los resultados de la SIP mostraron que en tierra azteca existe una moderada libertad de expresión y, a pesar de la proliferación de medios digitales independientes, las agresiones contra periodistas y la manipulación de la publicidad oficial para beneficiar a medios
afines al Poder Ejecutivo, refuerzan el entorno de censura; así como que el crimen organizado continúa limitando el libre ejercicio de la profesión.
La impunidad es otro reto crucial. Se estima que más del 90% de los crímenes cometidos contra periodistas no son resueltos, lo que no solo desestimula a los comunicadores a seguir reportando, sino que también envía un mensaje aterrador sobre las consecuencias de denunciar la corrupción o el abuso de poder. La falta de justicia en estos casos alimenta un ciclo de violencia y opresión que resulta devastador para el tejido social.
Ante estos retos, se hace urgente fortalecer las instituciones que protegen a los comunicadores y promover una cultura de respeto hacia la libertad de expresión. La defensa de este derecho no solo es un asunto de los periodistas; es una responsabilidad de toda la sociedad. Garantizar el acceso a información veraz y fomentar un debate público sólido son elementos esenciales para el desarrollo democrático.
Es imperativo que tanto el gobierno como la sociedad civil trabajen en conjunto para crear un entorno más seguro para el ejercicio del periodismo en México. La libertad de expresión es la base sobre la cual se construye la democracia, y su defensa debe ser una prioridad para todos.