Por Daniel Granatta
Twitter @danigranatta

Estaba yo el sábado pasado en la oficina esperando a que un compañero terminara de renderear (¿se dice así en castellano?) un vídeo para una presentación, cuando encontré esta maravillosa charla de Renny Gleeson, acerca de cómo la tecnología nos deshumaniza, a veces:

Mientras tanto, el vídeo por el que estaba esperando seguía en proceso de rendereo (¿se dice así en castellano?), de modo que me puse a investigar un poco sobre el origen de este otro video, que fue una de las sensaciones de la red en las dos pasadas semanas:

Mientras veía esto y seguía esperando por el vídeo, continuaba el goteo de comentarios a lo que en esta misma columna escribí la pasada semana acerca del periodismo en México, algunos de los cuales me dejaron preocupado por las tendencias de algunas personas a comportarse como trolls cuando leen algo que no les gusta, siendo la parte absurda de todo esto la cantidad de tiempo que dedican a opinar de algo que no les gusta, ¿cómo de contraproducente puede ser eso para alguien?

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En todo caso, y puesto que seguía esperando mi vídeo, decidí que el vídeo del Tro-lo-lo era algo que me gustaría enviarle a todos los trolls, por aquello de compartirles una sonrisa que les mejorara los días tenebrosos a los que a veces se ven abocados, de modo que me propuse como misión para esta semana recolectar momentos que generaran sonrisas. Parafraseando esa gran expresión que uno escucha a veces en algunas latitudes de la geografía mexicana, para esta semana les vengo manejando lo que es el momento de risa. Y así es como me zambullí en YouTube, porque YouTube es lo que viene siendo un lugar donde puedes encontrar a grandes artistas interpretando grandes éxitos de géneros musicales que en principio nada tienen que ver con ellos click aquí o aquí o aquí o aquí o aquí.

México sigue deparando momentos inolvidables, ya sea en taquerías, en Oxxos o vendiendo celulares. Claro que esta capacidad de generar dichos momentos también podemos encontrarla en Nueva Delhi, gatos ninja. 

Los niños tampoco escapan a este fenómeno, ya sea camuflados como niños zombie, saliendo del dentista o bien jugando con una pelota azul.

Los animales también tienen su lugar en esta vorágine a la que me autosometí intentando contagiar a alguno de ustedes lectores. Por ejemplo, una oveja que no tenía amigos o la canción del cerdito sobre la swine flu (ya casi hace un año, ¿recuerdan?). También encontré espacio para los artistas dedicados a la creación, algunos de ellos utilizando las confusiones lingüísticas como recurso, otros utilizando no tengo ni idea de qué ni para qué pero generando resultados memorables, otros haciendo mezclas inenarrables pero que viven en todos los que andamos por los 30s.

Sería interesante, también, saber qué pasaría si se encontraran Chris Christmas Rodríguez y esta abuela. Probablemente ya exista algún video así, porque en YouTube puedes subir esto sabiendo que a alguien lo gustará y que probablemente haga una parodia con sus amigos o con su hijo. 

Por otra parte, si piensan que el doblaje de películas en España es siempre como el de las películas porno o como el de los espartanos de 300, no dejen de ver este otro vídeo para descubrir que siempre se puede caer más bajo.

Los eventos también son fuente de material grabable, como por ejemplo la celebérrima quinceañera de pelo quemado, la novia con el pelo recién cortado o las opiniones de algunas misses sobre Confucio en Panamá.

 Mientras sonreía viendo estas cosas me dije “hay que sonreír más, carajo”, por qué tanta tension por las opiniones ajenas; de ahí regresé a pensar en cuánto tiempo hace que no me río tanto frente a la television como cuando terminé de redactar y releer (con cada uno de sus videos) esta columna. Por qué comprar tanto espacio para poner comerciales en cualquier canal de TV si a donde va uno a pasar un buen rato es a lugares como YouTube o Facebook (entre otros muchos), donde puedes encontrar momentos que te iluminan el día (o la noche), quizá las marcas o sus responsables debieran también plantearse la misma pregunta antes de enviar sus spots a una batalla que ya saben perdida de antemano.

De repente me pienso en el sofá viendo las noticias mientras ceno y diciendo que qué mal está el país y me digo a mí mismo que quizá no estoy tan lejano a esos trolls que se meten a sufrir y comentar las opiniones que no les gustan, en vez de ignorarlas olímpicamente. Vamos, lo que viene siendo que no sé si el estar informado debe corresponderse con terminar deprimido, un punto medio no estaría nada mal.

Ya en pleno ataque filosófico, también me pregunto cuántos de ustedes reenviarán a sus amigos alguno de los videos aquí presentes, aunque realmente no importa tanto siempre y cuando hayan llegado hasta aquí con una sonrisa en la boca, que es realmente lo que yo quería. Y si no, aquí va un ultimo intento, a modo de música para títulos de crédito de esta columna:

Y así, entre sonrisas, me despido hasta lo que viene siendo la semana que viene, con la única recomendación de que, pase lo que pase, sonrían.