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Lentes para ver a la Inteligencia Artificial

Recientemente cumplí años, y con ello llegó un achaque que le puedo atribuir a la edad: vista cansada.

Por: Pedro Nieto, SVP Digital &  Growth en Porter Novelli México

De pronto me percaté de que agrandaba la letra de la computadora, alejaba el celular para leer mis correos o forzaba la vista para tener un visión más nítida. En busca de una solución rápida, opté por probarme lentes de forma virtual para acelerar el proceso de selección. Una aplicación de inteligencia artificial (IA) me hizo preguntas sobre mi personalidad y hábitos para recomendarme los armazones que, según ella, iban más conmigo.
Ahí me di cuenta de algo curioso: la IA no solo seleccionó modelos de armazones para que me viera más serio, sino que, de alguna manera, escogió cómo quería que los demás me percibieran. Esto me hizo reflexionar:¿con qué ‘lentes’ quiere ser vista la Inteligencia Artificial?
En los últimos años, hemos observado con ojos llenos de asombro, y a veces de preocupación las maravillas que ofrece la IA. Dependiendo de los ‘lentes’ con los que miremos, estos avances pueden presentarse como ventajas brillantes o como sombrías desventajas; como beneficios emocionantes o como miedos latentes. Este mismo proceso de aceptación ya lo pasaron otras tecnologías que, en su momento, nos parecían futuristas y ahora son completamente aceptadas. No hay que irnos tan atrás, recordemos hace unos años antes de la pandemia cuando la mayoría, si no es que todas nuestras juntas, eran presenciales, ahora es completamente lo opuesto, lo cual ha tenido pros y contras tanto a nivel personal, como empresarial. Justo nos encontramos en este proceso de adaptación a las nuevas tecnologías con la Inteligencia Artificial, la cual nos brinda desde alter egos virtuales que nos permiten explorar vidas alternativas hasta sistemas que pueden predecir enfermedades. Pero, ¿con qué lentes estamos viendo esta transformación?
Por un lado, podemos ver a la IA con lentes de asombro, los cuáles nos dan la posibilidad de vivir múltiples vidas a través de alter egos virtuales, proporcionando experiencias que trascienden nuestra única existencia. Al mismo tiempo, la ética programable en las IA asegura que su funcionamiento se alinee con nuestros valores morales más profundos. Por ejemplo, la IA está diseñada para evitar instrucciones dañinas, como las que podrían enseñar a preparar un artefacto peligroso.
Con la IA, disfrutamos de información de alta calidad y personalización, desde recomendaciones de productos hasta consejos educativos adaptados a nuestras necesidades individuales. Esto es especialmente relevante en la educación, donde los tutores personalizados de IA pueden explicar conceptos complejos de manera que cada estudiante entienda.
Las IA también están ayudando a tomar decisiones sobre desafíos significativos como el cambio climático, ofreciendo perspectivas y soluciones que tal vez nunca hubiéramos considerado. Su influencia ha llevado a una mejora de la productividad en el trabajo y a la reducción de jornadas laborales, permitiendo un mayor equilibrio entre la vida personal y profesional.
Gracias a esta tecnología, se apuesta a que el futuro sea más equitativo con un mundo en el que las diferencias de clase se desvanecen y la gente se vuelve más competitiva mejorando sus habilidades a través de herramientas tecnológicas avanzadas. Mientras tanto, los avances en salud mental y física revolucionarán en la detección oportuna de padecimientos, activando un efecto dominó en pro de la economía de los países y del bienestar de las personas.
Pero también existen otros lentes, que podrían tener un armazón rojo que nos indique peligro. Por ejemplo, en el mundo del arte, la autenticidad de la experiencia está en juego; la IA puede replicar obras maestras, borrando la línea entre la creación humana y artificial. Además, en perspectivas más apocalípticas existe el riesgo de que una IA tan poderosa como la suma de todas las mentes humanas tome decisiones críticas, incluso gobernando, sin que sepamos cómo serían esas decisiones.
Otro escenario puede ser la independencia de la IA, que plantea la posibilidad de una evolución auto exponencial, ajena a la influencia humana. Esta autonomía conlleva también el riesgo de manipulación subliminal sobre nuestro comportamiento y una seria violación de la identidad y privacidad personal.
El empleo también sufre, algunas profesiones y oficios son amenazadas por ser reemplazadas por sistemas automáticos, ampliando la brecha de la vigilancia y afectando la interacción humana natural, lo que, a su vez, puede llevar a un aumento en los niveles de estrés y a una reducción de los salarios. Por ejemplo, en Porter Novelli, hemos adoptado la IA no como un sustituto del trabajo humano, sino como un aliado poderoso para mejorar la eficiencia, la precisión y la personalización. Actualmente, utilizamos diversas herramientas de esta tecnología para optimizar el tiempo del equipo y hacer viables los proyectos de expansión de nuestros clientes. Estas herramientas nos han permitido mejorar el enfoque de nuestras campañas, perfeccionando el mensaje y la efectividad a través de un análisis rápido y preciso de grandes cantidades de datos. Además, la IA nos ayuda a automatizar tareas rutinarias o que consumen mucho tiempo, como la programación en redes sociales, obtención de insights, testeos de contenidos, etc. Esto libera a nuestro equipo para enfocarse en trabajos más creativos y estratégicos, como el desarrollo de nuevas campañas y la investigación de mercado.

El camino de adopción o adaptación de la IA aún es largo. Hay un sinfín de modelos de lentes, los cuales usaremos para ver a esta tecnología según la situación o el problema que se esté enfrentando. Actualmente, el modelo de lentes europeo ha dado un paso importante con la primera ley de regulación de esta tecnología en el mundo, la cual establece un precedente para el uso ético de la IA. O los mismos escritores de Hollywood, quienes en 2023 realizaron un paro para proteger su trabajo ante el uso de esta tecnología.
Este tipo de leyes y movimientos ponen la pauta hacia un futuro donde la IA y la humanidad puedan coexistir en armonía, balanceando la maravilla de la innovación tecnológica con la profundidad y complejidad de la condición humana.
Al final, fui físicamente a la tienda a probarme lentes y frente a todos los modelos que había disponibles, acabé comprando los que la IA me recomendó. Sé que en unos años mi forma de ver las cosas será otra y necesitaré nuevos lentes para adaptarme al presente, y planear el futuro.

 

 

 

 

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