El consumidor es por definición móvil, hablar de tendencias del consumidor no es fácil y contempla una parte importante de especulación y pronósticos. Sin embargo, al observar el contexto es posible comprender cuáles son las pinceladas más importantes. Para las marcas es indispensable tener una visión del rumbo de las decisiones de compra pero también las avenidas que quedarán cerradas. En muchas ocasiones nuestra atención se centra en las nuevas oportunidades y poco tiempo se dedica a las que desaparecerán. El 2020 claramente traerá nuevos océanos pero tendrá por consecuencia fuertes desapariciones.
El final de los grados académicos
Veremos el inicio del final de los grados académicos, será una época de habilidades sobre años de estudio. El llamado skill economy será el que dicte las condiciones contractuales. La estructura vertical de conocimiento basado en años de estudio podría enfrentarse a un final acelerado, mientras las empresas buscan personas que puedan “hacer el trabajo”, menos necesidad habrá de un reconocimiento académico formal.
Para comprender esto es necesario reconocer que los profesionales compiten cada vez más con software y robots. Estas máquinas buscan reemplazar al humano en tareas que son relativamente fáciles de duplicar. En este sentido el humano tendrá que pelear a un nivel terrenal por las oportunidades de empleo.
La transformación de big tech
Las grandes compañías de tecnología por fin verán retos a su hegemonía. Ya sea por necesidades fiscales y de recaudación. También por el reconocimiento de los gobiernos de que las empresas big tech son un riesgo a su propio existencia. Cualquiera de las razones son suficientes par reconocer que las empresas de tecnología han logrado que el consumidor viva en un mundo de constante demanda de la atención, además son observados, agrupados y promovidos con el fin de llenar una cuota de ingresos o relevancia. La attention based economy llegará a su punto máximo en este año, ciertamente tendrá éxitos más adelante pero el 2020 será el punto máximo. La lógica es simple, los consumidores reconocen que tienen derechos de privacidad y que el uso de redes sociales va en detrimento de su vida social. La pantalla del móvil ya no es tan impactante como lo solía ser. Los cambios se pueden ver con las mamás de niños pequeños. La industria del azúcar y la comida rápida no se detuvieron hasta que las mismas mamás que antes compraban hamburguesas en los drive through ahora impiden que sus hijos coman en esos establecimientos. Ahora esas mismas madres buscan limitar el uso del teléfono.
Digitalización de experiencias
El eCommerce podrá ser una maravilla pero resta la experiencia de la tienda física de la vida del consumidor. Eso implica que todos podemos recordar lo que se siente ir a un supermercado pero nadie sabe qué sensación entrega ir a Amazon. Conforme el mundo se vuelve digital se ha perdido la capacidad de experimentar las marcas de manera física, pensemos en las tarjetas de crédito, con el tiempo es posible que pocos tengan recuerdo de lo que significa tener una tarjeta en la mano. Para los bancos sucede algo similar, hace algunos días en una reunión una persona recibió una alerta de BBVA, muchos la reconocemos de manera instantánea. Claro, pocos reconocerían si cambia el diseño interior de una sucursal.
¿Recuerdan la sensación de tener un CD en la mano, o el olor del panfleto al abrir una caja nueva? Ahora la música se recibe de manera digital aunque se mantiene la experiencia auditiva, la física desapareció. Para las marcas es indispensable encontrar un espacio sensorial para interactuar con los clientes.
Estas tres ideas impactarán radicalmente en el consumidor y cambiarán la forma en la que hacemos marketing. Es nuestros trabajo como estrategas de mercado encontrar la mejor forma de resolver el reto.