CARLOS BONILLA
Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM y Maestro en Relaciones Públicas por el CADEC, distinguido como Maestro Emérito. Es autor y coautor de libros sobre relaciones públicas y comunicación empresarial. Fue electo “El Publirrelacionista del Año 2013”. Preside el Consejo Consultivo de la Red Mundial de Comunicación Organizacional
A pesar de que Twitter ya ha promovido algunas medidas para controlar la difusión del discurso de odio y el acoso, como ocultar las respuestas de los tuits, y ha endurecido sus reglas contra las conductas nocivas, el organismo australiano de seguridad en Internet amenazó recientemente con multar a Twitter por no combatir el abuso, al afirmar que la compra de la red por Elon Musk coincidió con un aumento en la “toxicidad y el odio”. La comisionada de ciberseguridad, Julie Inman Grant -una exempleada de Twitter- aseguró que la plataforma es ahora responsable de una de cada tres quejas sobre discursos de odio en línea denunciados en Australia.
Hace dos años que Jack Dorsey, el consejero delegado de Twitter, anunció que iba a tomar medidas. Hoy se prohíbe el lenguaje que deshumanice por edad, religión, discapacidad o enfermedad. Según Twitter, el lenguaje deshumanizante aumenta los riesgos de los daños fuera de internet, tal y como afirman algunas investigaciones. “Los insultos, las vejaciones y demás comportamientos de este tipo impactan en la calidad de las interacciones y pueden generar que los usuarios migren a otros entornos de comunicación donde se encuentren más seguros”, según advierte Sílvia Martínez, directora del máster de Social Media: Gestión y Estrategia de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Según el informe de redes sociales de The Social Media Family, en Twitter, durante el año 2019, solo el 23,54 % de los perfiles contribuyó a la red social con sus mensajes durante los dos últimos meses, frente al 76,45 % de los perfiles inactivos.
Estas escandalosas cifras dan una idea de la magnitud de la migración en esta red social, motivada porque a diferencia de muchas de sus competidoras como Instagram, el “ambiente y el desarrollo de roles es bastante diferente”. “En general, las plataformas audiovisuales tienen un carácter más amable que las textuales, y aunque Twitter ha integrado los contenidos audiovisuales a marchas forzadas durante estos últimos años, nació como una red social eminentemente textual y eso es algo que imprime cierto carácter”, según Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC. Los expertos Ferran Lalueza y Sílvia Martínez, ambos profesores de la UOC, ofrecen a continuación algunas razones para explicar la toxicidad de esta red.
La limitación de extensión en sus publicaciones: aunque es uno de los elementos diferenciadores de esta plataforma desde su creación, “hace que los mensajes difundidos por medio de ella tiendan a la simplificación y al maniqueísmo que excluye los matices, lo cual a su vez lleva a la polarización y a un enfrentamiento muy radicalizado”, afirma Lalueza.
El efecto llamada: “si en una plataforma abundan los trols y los odiadores o haters, los amantes del conflicto y del acoso se sienten en su salsa mientras que quienes detestan el discurso del odio y el malrollismo acaban abandonando la red por puro hartazgo, lo cual provoca que el porcentaje de usuarios tóxicos respecto al total de usuarios aumente sustancialmente”, afirma Lalueza.
El anonimato de Twitter: esta red ha sido tradicionalmente más permisiva que otras redes a la hora de censurar determinados contenidos y de verificar la identidad de los usuarios, lo que ha dado alas a las malas prácticas de aquellos usuarios que se escudan en la tolerancia mal entendida y en el anonimato para campar a sus anchas en esta plataforma. Los perfiles verificados este 2019 han caído un 6,6 % respecto al año 2018, según el informe de The Social Media Family.
Desde que Musk compró la plataforma en octubre pasado, recortó más del 80% del personal de Twitter en el mundo, incluyendo a numerosos moderadores de contenido encargados de eliminar el discurso de odio. Twitter parece haber fallado en combatir el odio, afirmó Inman Grant, quien trabajó en ciberseguridad para Twitter después de 17 años en Microsoft.