Un fantasma recorre México, es el fantasma del feminismo… Esta semana la Ciudad de México volvió a ser testigo de cómo miles de mujeres manifestaron su derecho a vivir libres de violencia y reclamaron justicia para aquellas que fueron víctimas y sus familias.
En México se ha duplicado el número de víctimas por feminicidio desde 2015 hasta la actualidad; con un saldo que ha pasado de 411 muertes en 2015, a 891 en 2018 y 809 en lo que llevamos de 2019, según datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.
De todas las entidades, este año encabezan la lista Veracruz con 147 víctimas. Le sigue Edomex con 95, Nuevo León con 58 y Ciudad de México y Puebla, ambas con 50 muertes por esta causa. Datos alarmantes que, de acuerdo con otros organismos, son incluso mayores, hasta casi 3 mil casos en 2019; esto debido a que esas cifras no incluirían todos los casos.
Especialistas del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México consideran que uno de los principales factores de la tendencia al alza de este tipo de violencia es la impunidad.
Además de la falta de seguridad pública, seguimiento policial, medios de denuncia y apoyo para las víctimas; en México, que actualmente ocupa el segundo lugar en violencia de género de toda América Latina después de Brasil, existe lo que se conoce como “machismo invisible”, que es ejercido en diversos sectores de la sociedad, desde las familias, pasando por entornos educativos, hasta en la publicidad.
Es innegable que el movimiento feminista ha logrado avances en nuestro país en los últimos cuarenta años como el hecho de tener presencia en espacios públicos, la articulación del discurso en entornos políticos, legales y culturales; así como la profesionalización de sus integrantes.
No obstante, todavía quedan muchos ámbitos en los que se perpetúan los mensajes estereotipados de género. Uno de ellos es el sector de la publicidad. Algo tan común como el atribuir roles haciendo la diferenciación entre mujeres y hombres, es caldo de cultivo para que en el futuro se repliquen este tipo de comportamientos. Estos estereotipos eran muy característicos de los contenidos publicitarios desde la década de los cuarenta hasta los setenta.
Todos reconocemos la imagen de una mujer que no trabaja, depende económicamente de su esposo, realiza las tareas del hogar con una sonrisa y pasa el día en la cocina. Por suerte, los espacios y mensajes publicitarios cambiaron en la década de los ochenta y, aunque desde los noventa, se muestra el cuerpo de la mujer como un objeto, hoy en día algunos contenidos han cambiado.
Ante estos clichés, surge lo que se conoce como ‘femvertising’, es decir, contenido publicitario en el que la mujer es representada como una persona libre, fuerte y segura de sí misma. La mujer que hace deporte, tiene un puesto directivo y se siente orgullosa de su cuerpo. En definitiva, mostrar aspectos y representaciones positivas de las mujeres.
Ejemplos como la campaña de Nike “Juntas imparables”, la iniciativa publicitaria de Dove “Belleza real” o el cuestionamiento de Always en su campaña “¿Qué significa hacer algo como niña?” marcan un antes y un después en el tratamiento de género en la publicidad. De hecho, expertos en mercadotecnia han demostrado, que este ángulo sí se traduce en ventas.
Por todo esto, era importante manifestarse, gritar: ¡Ni una menos!, denunciar y reclamar el lunes 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer; pero no debe quedarse ahí.
Es necesario redoblar esfuerzos en nuestro entorno para lograr liberar nuestras consciencias de los estigmas que se han transmitido de padres a hijos, de profesores a alumnos o de gobiernos, medios y marcas a ciudadanos. El femvertising genuino pretende promover la igualdad, que construye, que proyecta y que empodera a nuestras mujeres.