Tras su profesionalización, el mundo del marketing ha venido cargando el estigma de la comercialización y el consumismo, donde las marcas son continuamente atacadas porque, de acuerdo con algunas perspectivas, sólo están interesadas en que el público adquiera sus productos o servicios sin importar realmente el beneficio que éstos podrían aportar a los consumidores o el perjuicio que su producción o aplicación genera en el entorno.
Estas creencias no consideran el impacto del esfuerzo cultural que hacen varias marcas para contribuir con el desarrollo humano de sus diversas audiencias, porque éstas han entendido que los consumidores modernos ya no se conforman con que el producto o servicio cumpla la función para la que fueron desarrollados, y ahora buscan una conexión más profunda con las empresas.
Esto ha obligado a las marcas a fortalecer la vinculación emocional y racional con el cliente y a adquirir un compromiso genuino con el entorno donde su mercado se desenvuelve, por lo que el objetivo de brindar bienestar en los distintos aspectos se vuelve crucial.
La promoción de la cultura es, quizá, uno de los foros más relevantes para contribuir con el entorno, y permite generar conversaciones de valor con los clientes, ya que nos brinda la oportunidad de ser facilitadores del acceso al conocimiento, el debate y generar encuentros fuera de los territorios tradicionales de comercialización y posicionamiento.
Para que nuestra estrategia sea efectiva, el acercamiento y difusión cultural debe ser continuo y consistente, ya que los esfuerzos aislados se encontrarán lejos de la generación de valor que buscamos brindar a nuestros clientes; y debe ser genuino y orgánico, porque los consumidores se dan cuenta de manera inmediata cuando nuestra participación es forzada o por “quedar bien”, e incluso son capaces de identificar cuando estamos buscando distraer simplemente su atención.
Además, deben estar relacionados con temas afines a nuestra filosofía de marca, porque nuestro objetivo final va más allá de la simple exposición dentro de un recinto ferial, nuestra meta es generar una vinculación del plano emocional al plano humano y social, acompañando a los clientes no sólo en la promesa de valor, sino en el camino de la trascendencia de los valores y símbolos de un campo en interacción con otros.
El encuentro con lo humano que buscamos fomentar cómo marcas a través de la cultura conlleva un análisis integral de las diversas iniciativas, porque la participación cultural de la marca debe ir acorde a la misión de la misma.
No debemos olvidar que nuestra incursión en temas culturales debe formar parte de una estrategia integral, que abarque también temas de impacto directo a las comunidades donde se desenvuelve nuestro mercado; con iniciativas que fomenten la difusión de material educativo; y con innovaciones dentro de nuestros productos o servicios que realmente aporten un valor agregado a quienes nos distinguen con su preferencia.