Después de revisar las monstruosas cantidades de discos vendidos (más de 40 millones) y enterarme que tienen la canción más escuchada de Spotify en 24 horas, confirmé que nunca ha existido un grupo de música electrónica tan exitoso como Daft Punk.
Resulta curioso que los DJs más famosos del mundo no tengan rostro. Podríamos caminar por la calle y cruzarnos con ellos sin saber siquiera que estamos frente a los hombres que cambiaron la historia de la música en unos cuantos beats.
Ahora que Daft Punk ha anunciado su final, no deja de parecerme irónico que su estrategia de comunicación haya sido el anonimato. Experimento interesante en la era de ese narcisismo que otros llamamos selfies. Pocos son los artistas que apuestan por la discreción en una industria cooptada por la exposición mediático. Daft Punk es interesante hasta en sus formas de vender.
Sólo vinieron una vez a México y fue toda una locura. Ocurrió una noche de Halloween. Era 2007. Nadie hablaba de otra cosa que no fuera Daft Punk. Tremenda fiesta la que se armó en el Palacio de los Deportes con ese escenario piramidal donde los parisinos Guy-Manuel de Homem-Christo y Thomas Bangalter deleitaron a las almas que desde antes ya habían conquistado con sus videos de MTV y voces humanoides. Si se armara la fiesta en Marte, seguramente sonaría Daft Punk.
Quizás los managers deberían aprender la lección que nos deja Daft Punk: no es necesario exponer vidas personales para tener éxito. Con una comunicación visual sofisticada y un estilo musical fresco, el dúo francés logró lo que pocas bandas consiguieron en el mundo de la música electrónica: gustarle a todo el mundo.
Todo ese autotune que hoy tanta fascinación genera entre los artistas de reguetón, Daft Punk lo usó desde inicios del 2000, cuando en One More Time usaron esa inconfundible voz robótica que sonó en todas las discotecas del planeta. Bien dicen que los grupos que trascienden no son los que tocan mejor, sino los que generan más ideas. Y esto aplica para cualquier aspecto de la vida.
Daft Punk nos deja la gran lección de renovarse o morir. Lo hicieron en 2013 cuando se desmarcaron de toda la electrónica bailable que venían componiendo para pasarse a la cancha del R&B y estrechar vínculos con gente como Pharrell Williams, uno de los grandes visionarios de la música del siglo XXI. Fue así como fabricaron éxitos como Get Lucky, que es justamente, como escribí al principio, la canción más escuchada de Spotify en un lapso de 24 horas.
Hasta para la publicidad fueron buenos. Eligieron targets específicos y mantuvieron siempre esa imagen francesa sutil y sofisticada. No por nada se aliaron con David Beckham para formar parte de la imagen de Adidas para la campaña que la marca alemana utilizó en 2010 para anunciar la colección especial de Star Wars. Tampoco olvidemos cuando inauguraron la Eurocopa 2016 en el Stade de France o cuando participaron en la campaña de la escudería Lotus durante el Gran Premio de Mónaco.
Se va uno de los grandes en los negocios y en la música. Y usted, estimado lector, hágase un favor y dele play a lo que quiera de Daft Punk. No se arrepentirá.