Las fake news o noticias falsas siguen siendo tema en la agenda de medios y diversos organismos autónomos y de gobierno debido a su posible impacto en temas coyunturales, algo que puede derivar en un daño considerable a la reputación y confianza en compañías, marcas, medios de comunicación y gobiernos.
Así lo advierte el informe Approaching de Future 2018 elaborado por Corporate Excellence y Canvas, en el que hacen énfasis en que la proliferación de desinformación o información falsa creció más de 365 por ciento durante el año pasado.
Algo que naturalmente sigue teniendo impacto en pleno 2018, los casos de Facebook, Twitter y Google son los más sonados, pero de acuerdo con especialistas todo el mundo digital y medios tradicionales también pueden ser usados -en mayor o menor medida- para la difusión de fake news.
La combinación fake news fue elegida como la palabra (o término) del año 2017 por los editores de los Diccionarios de Oxford, tras analizar 4.500 millones de términos más utilizados en los últimos doce meses.
De acuerdo don el informe, las fake news son consideradas una de las peores influencias negativas del 2017, misma que podría seguir impactando este año, en gran medida, por la relevancia que tienen en la vida cotidiana de las personas las plataformas digitales y redes sociales.
Los datos que se obtuvieron con base en la consulta de más de 50 expertos y 250 fuentes analizadas a nivel global, revelan que el 63 por ciento de las personas reconocen no saber distinguir entre las noticias verdaderas y los rumores o fake news.
Esto, de acuerdo con las conclusiones, ha derivado en que la reputación de marca, corporativa e institucional se ha convertido en un intangible complejo de gestionar.
Es aquí donde toma un rol importante lo que sucede con Facebook y Cambridge Analytica. El dilema si es la red social de Mark Zuckerberg responsable o no de lo que sucedió con los datos de más de 80 millones de personas y si los gobiernos deben hacer algo al respecto, ha llevado al ejecutivo de 33 años al Congreso de Estados Unidos y a un enjuezamiento público, afectando la confianza de los usuarios en FB y otras plataformas similares.
Pero no sólo debe esperar que Facebook asuma un mea culpa, esta y otras compañías dueñas de plataformas sociales deben asumir un compromiso y responsabilidad por el tipo de contenido que se publica, pero también se debe estar atentos y exigir que las compañías e instituciones (incluyendo partidos y candidatos políticos) actúen con ética para no hacer mal uso de los datos y, con ello, bombardear a las personas con desinformación.
Sí, la red social debió parar la divulgación de datos, pero una compañía fue encargada de venderlos y actores políticos y privados de comprarlos para su beneficio. Y esto no es nuevo, lo vemos desde hace muchos años con acciones de tele marketing, SMS marketing o mail marketing, pero hoy su impacto tiene un alcance descomunal, tanto que se especula que condicionó la elección del país más poderoso del mundo, imaginemos lo que sería con una marca o países más pequeños.