Los postulados de ASG (Environmental, Social y Government por sus siglas en inglés) señalan que las organizaciones deben comprometerse plenamente con la sostenibilidad y con ello crear valor para los inversionistas. La filosofía de inversión ética o sostenible data de los años 60, su progreso ha sido meteórico y en la actualidad es vital para los beneficios de cualquier empresa cumplir con una serie de parámetros sostenibles a la hora de invertir.
El concepto “inversión sustentable” abarca las inversiones que buscan resultados económicos positivos y un impacto de largo plazo en la sociedad, el medioambiente y el desempeño de los negocios.
Además de invertir en proyectos sustentables, las organizaciones deben modificar su conducta para que sea acorde con los preceptos sociales y de la sustentabilidad. Esta debe ser una tarea permanente para lograr y/o preservar el apoyo de la sociedad y de sus stakeholeders. El respeto a las personas y al ecosistema que conlleva una operación sustentable, tiene sus dividendos y no hacerlo, sus consecuencias.
La buena conducta organizacional protege a las empresas e instituciones contra eventuales ataques. Implantar una estrategia de blindaje institucional basada en los preceptos de ASG permite:
– Capitalizar los dividendos de una conducta responsable y sustentable.
– Crear valor para los inversionistas y
– Construir la cultura de la sostenibilidad en la empresa, lo cual aporta valor social
La alineación de las actividades de la empresa con los valores de la sociedad incrementa la satisfacción de los clientes e incide en sus decisiones de compra.
Aunque hay conciencia sobre el beneficio de adoptar los preceptos de esta nueva filosofía para apoyar la gestión de la reputación corporativa, paradójicamente son pocas las empresas que están aplicándolo en beneficio de sus marcas.
Un estudio realizado por la firma consultora AB Estudio de Comunicación entre empresas socialmente responsables revela que aunque más de la mitad de los participantes firmó que su empresa cuenta con iniciativas que podrían enmarcarse en los criterios de ASG, muchas de ellas son inconexas, por lo que no contribuyen cabalmente para el posicionamiento de las empresas.
Más de la mitad de las empresas en las que laboran los encuestados no publican la información para dar a conocer las acciones que desarrollan en el contexto de la ASG, por lo que no abonan a la gestión de su reputación.
A lo largo de las fases de implantación del plan de acción y al finalizar la misma deberá realizarse la difusión para posicionar a la organización como socialmente responsable. Ello abonará a la reputación de la misma, pues se referirá a hechos concretos y a la vocación sustentable de la organización, lo cual tiene gran valor en el mercado.
Apenas el 35% de los participantes dijo que las empresas relacionan su marca con las innovaciones sustentables que llevan a cabo. Es evidente que en muchos casos sus stakeholders no están enterados de las mismas. Ese capital de la aportación que hacen a la sustentabilidad no está vinculado con la empresa y con sus marcas, lo cual ocasiona que no lo capitalicen en su favor.
Es oportuno recordar que gran parte del valor corporativo se basa en activos intangibles como la reputación. No actuar en congruencia con los valores de la sociedad pone en riesgo la reputación de empresas e instituciones.
El hilo conductor de las iniciativas ASG es la mitigación de riesgos y la gestión de la reputación.
Sin embargo, la reputación tiene dos componentes esenciales: la conducta acorde con intereses y expectativas de los stakeholders; y la comunicación efectiva para darla a conocer.
No basta que la empresa actúe en consonancia con la sustentabilidad. También hay que difundirlo entre los interlocutores de la misma.