En noventa días los tres candidatos presidenciales han recorrido el país, ofrecido comidas, sus comitivas devorados kilómetros, sus asesores diseñando ciento de mensajes que van en caminados a convencer a sus electores y los mitines se han desplegado por todo el país.
Noventa días puede parecer mucho tiempo para ganarse el favor ciudadano, lo cierto es que ahora que faltan solo dos semanas, las prisas han llegado para solicitar el voto en la última etapa que invita a votar por alguno de ellos.
Haciendo un resumen al día de hoy, las campañas han sido desgastantes para el ciudadano-elector; han presenciado solo un intercambio de descalificaciones que solo lo confunden al tratar de decidir cuál es la mejor oferta política.
Los guiones para cada candidato han sido claros: Xóchitl Gálvez, apuesta por el cambio y por el camino democrático; Claudia Sheinbaum por la continuidad, no ha cambiado ni una coma la visión de la cuarta transformación y Jorge Álvarez Máynez, apunta a la nueva política y a los jóvenes; sus más de 35 visitas a universidades lo confirman.
Sin embargo, lo destacable en este proceso electoral tan esperado, han sido los debates que sí han contribuido con * el factor emoción* que toda campaña debe tener para motivar a la movilización y a que el ciudadano elector tenga una clara opción de voto.
Uno de los estudios más recientes de nuestro gabinete de comunicación se enfoca en la gestión de las expectativas, mismas que todo candidato debe tener presente para no ir más allá de lo que pueda dar, o para realmente perfilarse en una generación de mensajes que satisfagan las reales expectativas ciudadanas. La pregunta es. ¿Qué esperan los públicos de los candidatos?
Las expectativas constituyen una información muy relevante para los cuartos de guerra de cualquier candidato y deben medirse con mucho cuidado, puesto que al no cumplirlas, la frustración llega y el voto de castigo aparece.
La comunicación política genera expectativas, de modo que también debe cuidarse todo discurso, tuit o mensaje en otras plataformas, pues toda promesa no cubierta tiene consecuencias en lo que la gente espera y después pueda exigir.
De modo que si regresamos a la tesis de que en esta campaña lo más destacable, visto y escuchado han sido los debates, los gestores de las expectativas, dígase los candidatos, han tenido la posibilidad de manejar las mismas a través de una comunicación clara y directa.
Las expectativas son factores que como las actitudes, los valores o las mismas normas deben atenderse y no consisten en intentar crear una realidad artificial, sino más bien comprender y reaccionar a estas con sensibilidad y receptividad, creando una verdadera conversación con los públicos.
Este domingo 19 de mayo se realizará el tercer debate presidencial en México y debe ser el mejor y último momento de los tres candidatos para generar buenas expectativas.
Los debates son una síntesis de una campaña… quien en un par de horas, pueda comunicar con claridad, certeza y verdad al ciudadano que lo observa, podrá ingresar a lo que se llaman *los momentos mágicos* que proporciona la televisión.
Nos encontraremos más adelante.
Federico Torres López.