Vivimos en un mundo saturado de mensajes. Recibimos por minuto una gran cantidad de información de todo tipo y de diferentes fuentes. Nos llenamos de datos, cifras, invitaciones, visualizaciones de fotos, videos, columnas y noticias informativas, sugerencias para comer, viajar, divertirse y más.
Muchas veces estas notificaciones e información no son de calidad, lo que nos provoca una seria obesidad informativa.
¿Estamos en problemas con este panorama?
Esta misma pregunta les realicé esta mañana a mis alumnos de cabildeo provocando un buen debate y obteniendo muy buenas reflexiones, mismas que compartiré con ustedes.
Pero antes, un poco más de contexto. A la mente hay que entrenarla todos los días dentro de una disciplina similar a la que realiza un atleta de alto rendimiento. Es imperioso establecer un cronograma para saber qué información recibir y de qué fuentes.
Debemos, asimismo, nutrir nuestro cerebro con información de calidad que lo “vitamine”, facilitándole la tarea de estar más alerta para ofrecer respuestas más ágiles y la oportunidad de interactuar socialmente con asertividad.
Pudiera parecer simple esta premisa y de hecho lo es, tal como lo dice la frase popular: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Si transformamos un poco el sentido de este dicho, lo que intentamos decir nosotros ahora es algo parecido a esto: “Dime a quién sigues y te diré cuánto sabes”.
Lo cierto es que la entrada de información vía nuestros gadgets es exponencial y no tenemos el tiempo ni la metodología para clasificarla, lo cual, repito, nos causa obesidad informativa, misma que nos vuelve pasivos, más que heraldos y proveedores de las buenas noticias.
Los puntos clave son:
Debemos analizar las fuentes informativas mediante las cuales nos informamos; deben ser confiables y reconocidas. Evitando incluso las fake news.
Es preciso contrastar diferentes puntos de vista de autores y generadores de información para efectuar después nuestro propio análisis.
Seleccionar las fuentes y reducir o eliminar las que no nos proporcionan un valor agregado.
Tener disciplina por medio de un protocolo de uso de las redes sociales. En donde sí usarlas y por cuánto tiempo. Fomentar la charla, la lectura y la fabricación de escenarios.
En el sector de los medios de comunicación sería deseable hacer un esfuerzo para crear programas atractivos, sobre todo para los jóvenes, que fomenten la cultura y la educación integral, dejando un poco de lado, sin eliminar, el entretenimiento.
¿Qué tenemos?
Debemos adoptar prácticas que nos ayuden a agilizar nuestras mentes y actitudes, evitando consumir información chatarra que nos causa una obesidad informativa que paraliza nuestra iniciativa.
Ejercitémonos, seamos asertivos en el manejo de nuestra información.
Nos encontraremos más adelante.