¿Qué diferencia a las personas que logran lo que se proponen de las que lo intentan sin lograrlo? ¿Qué hace que unos tengan “éxito” donde otros “fracasan”? Se sabe que el conocimiento, posición social o profesional, si bien influyen positivamente para lograr las cosas que deseamos, no son condicionantes ni determinantes.
¿Cuántos de nosotros no conocemos el “famoso caso de aquella persona” que, con muchas limitaciones y frente a mil adversidades, logra objetivos extraordinarios y construye una vida fructífera y “exitosa”? Obvio que la respuesta es compleja y no depende de un solo factor. Sin embargo, uno de los principales rasgos que encuentro determinantes para lograr nuestros anhelos es tener la capacidad de desarrollar una motivación personal.
La motivación personal es la habilidad que todos tenemos para transformar en acción nuestra voluntad y determinación hacia un objetivo claro y definido. Es ese proceso interno en el que una persona descubre, nutre y mantiene una causa que le permite mantener el curso de sus acciones, orientadas hacia un resultado específico.
1. Define tu causa
Este es uno de los puntos más importantes, ya que para lograr algo es muy importante comenzar desde la perspectiva correcta. Es decir, tu causa es totalmente diferente a “desear algo”. Mientras que un deseo consiste en anhelar algo “ajeno a nosotros” que esperamos obtener mediante la “influencia” de un agente “externo”, una causa implica la apropiación de ese deseo para utilizarlo como una fuente de poder personal que nos motivará y definirá nuestras acciones para manifestarlo. La causa es el agente que “empodera” y da “cause” a nuestras acciones para convertirnos en los únicos responsables de conseguir lo que queremos.
2. Desarrolla tu capacidad de observar
Es probable que, si no ves la posibilidad de lograr algo que deseas para tu vida, tú mismo hayas creado la situación que origina dicha carencia. Si pretendes resolver un problema desde la misma forma de pensar/actuar con la que lo originaste, será prácticamente imposible llegar a una solución. Las personas que se saben observarse a sí mismos, tienen la posibilidad de identificar y mejorar sus “áreas de oportunidad” Observarse y evaluarse constantemente es uno de los pasos más importantes, ya que a mayor conciencia de nuestras “fallas y aciertos”, nos será mucho más fácil romper los viejos vicios y fortalecer nuestros rasgos fuertes.
3. Explota tus fortalezas
En muchas ocasiones, la forma de pensar en occidente tiende a orientar nuestra atención a la corrección de nuestras fallas, en lugar de aprovechar y desarrollar nuestras fortalezas. Al enfocarnos en “perfeccionar” una “debilidad”, gastamos mucha más energía que si nos enfocamos en trabajar una fortaleza. Así pues, atender nuestras debilidades se convierte en una prioridad hasta el punto en el que no sean un obstáculo para el uso de nuestras fortalezas. Cabe mencionar que sustentar nuestra causa (punto 2) en el aprovechamiento y desarrollo de nuestras áreas fuertes derivará en resultados mucho más afines a nosotros y alimentará nuestra motivación.
4. Mantén la actitud adecuada
La actitud correcta no solo se refiere a trazar nuestras metas de manera positiva, personal y presente, sino también a mantenerse consciente en la construcción de hábitos que nos ayuden a alcanzar las cosas que queremos. Cabe mencionar que el desarrollo de hábitos es completamente diferente a establecer una rutina. Mientras que los hábitos son el fruto de una disciplina consciente orientada a obtener un resultado específico, la rutina es el resultado de un patrón de acciones de costumbre “inconscientes”. Los hábitos tienen una causa y apuntan gradualmente hacia la meta (Hago ejercicio porque deseo ser sano), mientras que la rutina no (Voy a ver televisión porque siempre veo televisión antes de dormir). En la medida en la que mantengamos la actitud correcta hacia nuestras causas, seremos más propensos a mantenernos motivados y lograr de manera consciente lo que queremos.
5. Piensa, actúa y luego termina de pensar
El elemento más importante de la motivación es la acción. Si bien es muy importante tener muy claro lo que queremos, enfocarse de más en los deseos y en la planeación para conseguir los mismos puede originar perderse en una burocracia personal que terminará por minar todo el proceso. Si nuestra causa no alcanza el suficiente nivel de acción en un momento oportuno, la motivación con toda seguridad se desvanecerá.
¿Que causa es la que realmente te motivaría? ¿Realmente lo sabes? ¿Qué tanto eres presa de tu rutina?
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