La plataforma Verificado 2018 (el proyecto de periodismo colaborativo donde participan cerca de 60 medios y organizaciones civiles, cuyo objetivo es evitar la proliferación de fake news) se dio a la tarea de hacer un recuento de las ideas que surgieron en el segundo debate electoral. Su conteo final arrojó que hubo 30 ataques entre candidatos y cero propuestas claras. Cero.
Más allá del desempeño que cada uno demostró, tanto en el primer debate como en éste (un AMLO ofreciendo respuestas vagas y a la defensiva, un Meade demostrando ser hombre de gran experiencia política cuyo discurso no termina de convencer, y un Anaya con buena preparación para el debate y desenvolvimiento escénico, pero que ocupa su tiempo para atacar en lugar de proponer), no hubo sorpresas que pudieran modificar significativamente las preferencias electorales.
Más allá de algunas ocurrencias y malos chistes para el anecdotario, no hubo grandes momentos en los que algún candidato haya sacado provecho de tener cautivas a más de una decena de millones de mexicanos (13.73 millones de personas vieron el primer debate, de acuerdo a IBOPE), por lo que no percibimos una victoria clara e irrefutable para alguno de los cuatro.
A pesar de que el formato que propuso en esta ocasión el INE fue una dinámica fresca en la que por primera vez en la historia se pudo escuchar las inquietudes populares, de voz del público asistente, el debate dejó con un simplón sabor de boca a los mexicanos que estamos ávidos de propuestas y respuestas.
Es en el recuento de los daños donde vale la pena preguntarnos si los debates electorales son una herramienta de la democracia que realmente impactan en la mayoría del electorado en una realidad como la mexicana.
Aunque quienes seguimos los ejercicios democráticos y estamos atentos a la contienda por llegar a los pinos creamos que todo el pueblo de México está atento a lo que dicen y ofrecen los candidatos, la realidad de muchos mexicanos es muy ajena a lo que ocurre en la política, sea en tiempos de elecciones o bien entrados los sexenios.
De acuerdo con los resultados de la encuesta Actitudes frente al voto, llevada a cabo por la empresa Parametría, sólo 4 de cada 10 mexicanos manifestaron estar “mucho” o “algo” interesados en política, mientras que un restante 58% dijo que la política es un tema que les interesa “poco” o “nada”.
Si bien, la inclusión de público que propuso el INE en este segundo encuentro pretendió acercar al ciudadano de a pie a las propuestas e intentó que éste se viera como un ejercicio inclusivo, para quienes no tienen mayor participación electoral que el día de las votaciones, el formato de preguntas y respuestas que al parecer fueron supervisadas por los organizadores previamente tampoco logró su cometido de involucrar activamente a los electores.
La historia nos indica que, a menos que en un debate electoral se plantee una revelación lo suficientemente contundente para darle un giro de tuerca a, las preferencias por uno u otro candidato no suelen modificarse sustancialmente. Sin embargo, esto no debe de ser pretexto para que los aspirantes no busquen echar toda la carne al asador y se preparen como si no hubiera mañana, para ofrecer lo mejor de sí, dejar a un lado la confrontación absurda y ofrecer soluciones tangibles y propuestas reales. Sólo de esta manera se conseguirá un encuentro que realmente valga la pena, un debate que desquite los casi 13 millones de pesos que costó.