Para mí esa es la mejor forma de comprender la certeza. Hoy, no sólo en México pero en el mundo ha desaparecido la certeza, no conozco muchos que puedan asegurar con ciencia cierta que sus creencias no tienen riesgo a la equivocación.

Con la desaparición de la certeza vienen consecuencias enormes. Comencemos por la más evidente; la legal. La certeza jurídica dicta que la ley nos dará la razón en un conflicto resuelto por un juez, en México —por lo menos— ya no existe tal cosa. El número de búsquedas en google del término “certeza jurídica” ha ido en aumento desde el 2004, en septiembre del 2021 llegó a su punto máximo de los últimos 4 años. Al mismo tiempo el número de personas investigando sobre el significado de la certeza subió notablemente del 2019. En México, el repunte fue en los estados de Guanajuato, Nuevo León, Estado de México y la CDMX. El número de personas buscando sobre certeza en 4 polos económicos del país es indicador de que perciben que no hay certeza. En paralelo el crecimiento de la investigación de la certeza se acompañó por un incremento notable y estable de “qué es la Fe”. Las cosas se ponen más  interesantes, “La fe, derivada del latín fides y del francés antiguo feid, es la confianza en una persona, cosa o concepto”. Entonces, es evidente que al desaparecer la certeza se reemplace con Fe.

Para los ciudadanos latinoamericanos, la certeza es un sueño que apenas se comenzaba a construir. No olvidemos que la idea de un México unido e institucional comenzó hasta 1900, en la práctica es mucho más cercano, tal vez comienzo de este siglo. Lo mismo es cierto en América Latina. Parecería que para el consumidor la única certeza es la incertidumbre. Las implicaciones de la falta de certeza se sienten diariamente en la vida del consumidor y son parte del gran problema de inflación y falta de crecimiento económico. No saber qué pasará en el mundo detonó los problemas de la cadena de suministro. Fue la incertidumbre la que desconcertó un sistema frágil de comercio mundial.

La certeza económica, laboral, jurídica, seguridad y salud ha quedado en desuso, en consecuencia las decisiones no se basarán en datos, serán creadas a partir de experiencia y sentido común. Con la época de incertidumbre tendremos mayor número de marcas mercuriales qué e crezcan rápido o mueran en un instante. Hay una aprendizaje que me encanta, el mejor año de Blackberry fue el último. Las estrategias de las empresas deben estar cimentadas en el reconocimiento y atención a los problemas que conocen y pueden atender, no en los puntos ciegos. La incertidumbre se ha convertido en una constante. El gobierno sabe bien que la única solución es crear certeza basada en la Fe, no en los hechos. Hablar de “otros datos” es brillante por que reemplaza un proceso científico con uno de sentido común e instintos.

La certeza laboral ya se ha visto infectada por el fenómeno, en la Unión Americana hubo más de 4 millones de renuncias en septiembre del 2021, comparado con 1.4 millones a finales de la recesión del 2008. La “gran renuncia” será reemplazada con “el gran lamento” el trabajo mensual y estable es el principal creador de certeza. Jordan Peterson, filósofo moderno y psicoanalista argumenta que el primer paso para tratar la depresión es normalizar los hábitos de alimentación y sueño, es decir, insertar certeza a la vida diaria.

El camino de la incertidumbre no beneficia a nadie pero será el marco de planeación estratégica predilecto para las marcas en el 2022. Crecimientos magros con resultados “seguros”, la gran tarea de las empresas será crear certeza través de programas de mercadotecnia, proteger clientes y al equipo de trabajo. Mientras el mundo siga en un camino de incertidumbre, las decisiones se regirán por la vesania (demencia furiosa).