Por Pamela Luna
Contar con dos dígitos de crecimiento es un buen número para quienes tienen a su cargo la producción en México, aunque no es reflejo de una sana industria.
Las casas productoras y post productoras son quienes están detrás de las grandes ejecuciones publicitarias y cinematográficas. En ellas se hace tangible lo ideal y se le ponen imágenes y sonidos a la creatividad.
Durante el año pasado, esta industria representó el 2.39 por ciento de la inversión total en mercadotecnia, para alcanzar, según la investigación de Merca2.0, los dos mil 334 millones de pesos. Estos números constituyen un crecimiento de alrededor del 10 por ciento.
Más allá del glamour, el sector de la producción tiene asuntos urgentes por resolver, tales como el abaratamiento de precios, la competencia desleal, la falta de consenso y la migración de proyectos a otros países como Argentina. Estos hechos ponen a prueba a este segmento indispensable para las marcas y su público.
En primer lugar, lo relacionado con el turismo de producción, en el que las agencias prefieren irse a recorrer el país gaucho para ejecutar sus spots, condiciona a que se realicen más trabajos por menos dinero, aunque con un descenso en la calidad. “Los problemas económicos de Argentina, abarataron mucho los costos, sin embargo, no se menciona a quienes se van la falta de equipo e infraestructura que existe”, explica Francisco Murguía, presidente de Cineconcepto y miembro del consejo interino de la Asociación Mexicana de Filmadoras (AMFI).
El problema acarrea otro tipo de consecuencias, ya que el hecho de que se lleven los proyectos a otras naciones, provoca una cascada de afectación en diversos niveles: se presiona a toda la escalera de la industria, lo que reditúa en salarios más bajos, jornadas más largas y pagos menores a las post productoras.
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