La controversia que generĆ³ a principios de aƱo la European Food Safety Authority (EFSA) sobre la presencia de agentes contaminantes en los productos generados a base de aceite de palma de coco, tuvo sus efectos en la industria de alimentos de Noruega, paĆs que ya puso una soluciĆ³n al problema.
El paĆs escandinavo libra desde hace aƱos una guerra contra este ingrediente, cuya producciĆ³n es responsable de la deforestaciĆ³n de extensas Ć”reas de bosque tropical. De esta manera, varios productores noruegos sustituyeron el ingrediente por aceite de girasol.
Desde mayo de 2016, la EFSA advirtiĆ³ que el aceite de palma generĆ³ mĆ”s de un contaminante potencialmente cancerĆgeno durante su refinaciĆ³n a altas temperaturas, en comparaciĆ³n con otros aceites, recomendando suspender su consumo, hasta la conclusiĆ³n de nuevos estudios.
Cifras proyectadas por Grand View Research, Inc. advertĆan que el valor del mercado de aceite de palma crecerĆa hasta los 88 mil millones de dĆ³lares a nivel mundial, para 2022 podrĆan modificarse tras la noticia que advierte sobre sus efectos en la salud y a pesar de tratarse de una materia prima mĆ”s barata que otros derivados de las semillas de girasol o la canola.
La justificaciĆ³n de la industria para seguirlo usando no es el precio. De hecho, dicen que no es fĆ”cil sustituirlo porque, seƱalan que āaporta consistencia, untuosidad, da un toque crujienteā, ademĆ”s de que alarga la vida Ćŗtil del producto y evita que se deteriore visualmente.
Se ha intentado sustituir, pero no se ha podido porque āse oxida menos que otros aceites y aportan palatabilidad a los alimentos (mejoran el gusto)ā.
Sin embargo, una de las grandes causales de la reducciĆ³n de uso de este ingrediente (fuera de la salud) recae en el impacto ambiental, ya que el compromiso legal del paĆs contra la deforestaciĆ³n, busca la reducciĆ³n de la tala en Indonesia y Malasia, donde las plantaciones de palmeras se estĆ”n comiendo los bosques tropicales.
Cada aƱo, se tala una extensiĆ³n de selva tropical del tamaƱo de Austria. Esta rĆ”pida deforestaciĆ³n tiene mucho que ver con la expansiĆ³n de plantaciones de palma para la producciĆ³n de aceite o biocombustible, de acuerdo con cifras de Rainforest Foundation Norway.
Por su parte, los legisladores noruegos prohibieron en junio de 2016 actividades o importaciones que supongan la destrucciĆ³n de bosques, sumideros de carbono que, entre otras funciones vitales para la Tierra, contribuyen sobremanera a mitigar el calentamiento global.
Malasia e Indonesia son los mayores productores de aceite de palma del mundo (85% del total), su exportaciĆ³n genera ganancias para la economĆa y crea empleo rural.
“Hay, sin embargo, un lado oscuro en esta industria”, advierte la Rainforest Foundation Norway en un informe reciente sobre las consecuencias medioambientales del negocio.
Ambos paĆses asiĆ”ticos son, de hecho, de los mĆ”s afectados en cuanto a la deforestaciĆ³n de su territorio en favor de estas plantaciones. Las vĆctimas directas son, en primera instancia, los pueblos indĆgenas, al ser ellos los moradores de los bosques y defensores de su preservaciĆ³n.