Viendo a la serie “The Black Mirror”, pensaba en cómo los algoritmos si bien es cierto, nos han ayudado a avanzar en tareas enormes y con mucha eficacia, también tienen sus lados obscuros y hoy están presentes prácticamente todos los días en nuestras vidas. Es muy común escuchar opiniones a favor y en contra de los algoritmos. Estar conscientes de que todo lo que hacemos y vemos en la web es producto de algoritmos. El éxito de Google, Amazon, YouTube o Netflix es fruto de los algoritmos.
La definición de la Real Academia Española nos dice que algoritmo es: “Conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema”.
Para la informática, un algoritmo es cualquier procedimiento computacional bien definido en un estado inicial y un valor o un conjunto de valores de entrada, a los cuales se les aplica una secuencia de pasos computacionales finitos, produciendo una salida o solución, es decir, un conjunto de instrucciones para conseguir un fin.
Augusta Ada Byron (Ada Lovelace) crea lo que se considera el primer algoritmo diseñado para ser ejecutado por una máquina. Lovelace, sentando las bases para los lenguajes de programación futuros (programación funcional).
Reflexionemos en que hoy las empresas utilizan estos algoritmos para contratar personal, y eso en mi personal punto de
vista, está muy mal dirigido, no hay un algoritmo que hasta el momento sepa darle la importancia que merece a una persona que acumule experiencia, a cambio de juventud, o que tenga una actitud propositiva y de emprendimiento a cambio de conocimiento, o una persona que tenga múltiples talentos y no sólo uno, los algoritmos de recursos humanos , son discriminatorios, aleatorios y muy limitados. En EE. UU. Las cifras nos dicen que el 70% de las solicitudes de empleo son filtradas antes de ser analizadas por humanos. Existen ya escándalos de algunas aplicaciones de este tipo que son racistas y tienen problemas de género. En la revista Harvard Business Review, argumentan los académicos Gideon Mann y Cathy O’Neil que estos programas no están desprovistos de los prejuicios y sesgos propios de los humanos, lo que podría hacer que la inteligencia artificial no sea realmente objetiva.
Hablando de salud existe un algoritmo dedicado a prevenir infartos, fue desarrollado utilizando la información médica de miles de pacientes, puede detectar cualesquiera episodios hasta seis horas antes de que ocurran, y alerta a los médicos y enfermeras para que los prevengan. Los creadores de la plataforma WAVE creen que muchas de las más de 250.000 personas que fallecen por esta causa al año -según Johns Hopkins- podrían evitar la muerte.
Los algoritmos, han transformado el comercio -desde librerías hasta
supermercados- prediciendo y controlando
sistemas electrónicos de forma eficiente, y gestionando la mayoría de las transacciones financieras.
Algunos de los grandes problemas que están ocasionando en el mundo son la perturbación de los mercados financieros, como en octubre de 2016 cuando la moneda británica cayó descontroladamente frente al dólar -hasta un 6,1%- en los mercados asiáticos. Fue el mayor descenso de la divisa desde el voto del Brexit (la salida de Reino Unido de la Unión Europea), cuando se hundió un 11%, y el desplome se debió, en parte, a operaciones computarizadas que funcionan con algoritmos, dicen los especialistas de Pew Research Center.
No se debería creer que todo lo pueden los algoritmos, hay funciones y acciones que sólo la mente humana puede lograr a la perfección, o con un mínimo grado de error.