Disney no solo es una gran empresa de contenido: también son unos genios del marketing. Es una empresa que aventaja -prácticamente- a todas las demás en todos los ámbitos. Con más de 99 años de existencia (en el 2023 celebrarán 100 años de haberse fundado) y una facturación anual de 67,418 millones de dólares al cierre del 2021es claro que “algo le saben a su negocio”.
Hace algunas semanas hablé en esta columna acerca de cómo una marca utilizó algunos rasgos y elementos que podrían considerarse no llamativos para la nueva generación. Su ejecución parecía hacer todo el sentido del mundo si se hubiese publicado durante el 2012, no el 2022.
Mientras algunas marcas voltean al pasado para hacer sus ejecuciones, hay otras que miran siempre al futuro. Construyen sus estrategias sobre los años venideros, para asegurar la construir su status de Love Brand con la nueva -novísima- generación.
Durante esta semana, se habló mucho sobre el nuevo trailer del Live action de La Sirenita. Existe mucha conversación al respecto: muchos opinan al respecto: hay muchas notas, tiktoks, twits, post en Facebook y, al final, todos tienen una opinión.
Básicamente toda la conversación se divide en dos bandos: los que están a favor que la imagen de Ariel sea una mujer afroamericana y quienes no lo aprueban. Sobre esto, quiero decir que no busco polemizar al respecto, en lo absoluto; es solo que este hecho, esta discusión de las personas, fue lo que me hizo comprobar -aún más- la genialidad de Disney y otras marcas de entretenimiento, como Netflix, dicho sea de paso, respecto de su estrategia de marketing: llegar a nichos particulares para convertirlos en universales.
Y es que de un tiempo para acá, las producciones tanto en TV como en cine, se han abierto a la heterogeneidad. Hay más personajes latinos, afroamericanos, gays, trans. Más inclusión de aquellos nichos que históricamente habían sido relegados a papeles secundarios o estereotípicos.
Bajo esta premisa, Disney también ha buscado llegar a ciertos nichos: la película Coco, por ejemplo, hace una apología de algo tan tradicional como el Día de Muertos en México. Puede no gustarte el filme, pero le dio una exposición global a una de las mayores tradiciones de los mexicanos. Lo mismo sucede con Encanto, que está ambientada en Colombia y con un claro guiño al Realismo Mágico, cuyo máximo exponente es Gabriel García Márquez, ni más ni menos.
Los niños de la generación Alpha, aquellos nacidos después del 2010, ahora tienen otros estándares de los que nos tocó vivir a los Millennials o a la generación X: ellos les toca un mundo más inclusivo, mucho más globalizado -y que yo celebro particularmente-. Y esta es una de las apuestas más grandes en la industria del entretenimiento.
Seguramente has visto muchos videos virales, principalmente en TikTok, donde se muestra la sorpresa de las niñas afroamericanas que se sorprenden por ver a una princesa Ariel, de la Sirenita, más parecida a ellas que una princesa de los cuentos de hadas del siglo pasado.
Puedes no estar de acuerdo con que se le haya dado un giro a partir de la forma en cómo se contó en la película de 1989, pero lo que es innegable es la manera de conectar para las nuevas generaciones. Lo mismo sucede con películas como Encanto, donde el cambio de paradigma juega un papel importante, ya que pareciera que los niños Alpha, se sienten más identificados con rasgos de su cultura local, que con la lejanía de las antiguas producciones que utilizaban estándares de la sociedad del siglo XX.
Básicamente, Disney está construyendo su legado -y sus ventas- para la generación más joven, cambiando los paradigmas y haciendo de los nichos algo global.
Y eso me parece una genialidad del marketing por donde quiera que se le vea. Esa es mi lectura entre líneas. Mientras ellos cambian esos paradigmas, nosotros hablamos de ello y generamos word of mouth, conversación en redes, viralidad. En otras palabras: publicidad [casi] gratis.
¿Cuál es tu opinión al respecto?
Nos leemos la siguiente semana.