Por séptimo Mundial consecutivo la Selección Mexicana fue eliminada en la fase de los octavos de final, de tal modo que la conversación de los medios de comunicación, exfutbolistas así como expertos en el deporte se concentró en dos lecturas; la primera de ellas, que este es el tope de calidad del equipo mexicano, mientras que en la segunda, se trata de una barrera mental que el jugador no es capaz de superar.
Además del cuestionamiento al proceso realizado por el estratega colombiano Juan Carlos Osorio, como cada cuatro años, se criticó las formas y los modos en los que se dirige el balompié nacional, su formato, sus directivos, su número de extranjeros, entre otros planteamientos.
Para un sector de la afición y de la prensa deportiva, se sigue creyendo en que la calidad del futbol en el país da para que el combinado logre por fin romper una barrera que hasta el momento ha sido infranqueable; las eliminaciones han llegado por todas las vías, desde la tanda de penales, hasta por remontadas de los rivales en los últimos minutos de los encuentros.
Lo cierto es que desde 1994 (Estados Unidos) a la gente se le vende la idea de que se cuenta con la mejor generación de jugadores de todos los tiempos, desde esos grandes nombres (Hugo Sánchez, Jorge Campos, Luis Garcia, Benjamín Galindo) hasta aquellos históricos que en Europa demostraron que ser ganador es posible (Rafael Márquez, Pavel Pardo, Carlos Salcido).
medida que se acercaban los mundiales, la publicidad y los medios se encargaron de generar proyecciones que en la realidad eran casi imposibles de conseguir, pero que el anhelo del seguidor por ver a la selección ganar lo convencía de aceptar y creer en esos mensajes.
Sin embargo, los resultados en el terreno de juego no dan cabida a que esta ilusión esté sustentada; si bien es cierto que con el paso de los años más jugadores se desenvuelven en en el viejo continente, también es una realidad que salvo contadas ocasiones, la estancia en las ligas europeas tienen corta duración o se brinca de un equipo hacia otro, es decir, la calidad del jugador no da para que sea un referente de un equipo y menos de aquellos que aspiran a los grandes campeonatos de la zona.
La publicidad alrededor del tricolor.
Los jugadores del seleccionado nacional así como algunos directores técnicos han sido utilizados por múltiples marcas para anunciar todo tipo de productos, incluso se indicó que previo al Mundial de 2010, parte de las horas que se debían destinar a la preparación física y estratégica, se dedicaban a la grabación de comerciales.
Esto generó que el futbolista mexicano se sintiera fundamental en ese grupo selecto y privilegiado de jugadores; algunos de ellos lograron ser tan mediáticos que, a pesar de un bajo nivel competitivo, se mantenían en el tricolor derivado de su capacidad de vender playeras o atraer patrocinadores.
¿Qué depara el futuro?
Con la eliminación de Rusia 2018 llega una nueva oportunidad para plantear un trabajo a mediano y largo plazo; se trató de la última justa de varios jugadores, así como de directivos de la Federación, por lo que existe espacio a la gestión diferente de un equipo que se ha encontrado con una barrera prácticamente imposible de superar.
Los cuartos de final de un Mundial tampoco una instancia que deje prestigio o reputación de marca, pero es a lo que se ha anhelado llegar desde hace 28 años; para llegar a ello se deben construir bases sólidas que permitan el desarrollo de futbolistas, que se mejores las condiciones así como la mentalidad del jugador.
Para ello, se deberá entender que los procesos cortos no traerán buenos resultados y que el trabajo así como la constancia nos acercarán más a un objetivo que se ha vuelto una necedad.