Vemos comportamientos fuera de lo común tantas veces que se convierten en peligrosas costumbres.
Hace unos días, después de haber disfrutado el Super Bowl y navegando por mis redes, me encontré con un post de uno de mis “Maestros Jedi” de vida y profesión (Jonathan Álvarez) que, como suele hacerlo por estas vías, me abrió los ojos aún más frente a un fenómeno con el que convivimos casi todas las personas, sobre todo las que tenemos contacto con las generaciones que están casadas con lo digital. X, Y, Z, ZZ; ponle la letra que quieras, porque ya las divisiones entre estos se diluyen cada vez más rápido debido a que todos usamos los instrumentos y nuestro comportamiento se va igualando entre las personas de diversos segmentos.
Mencionaba, al calce de una fotografía del infame (o famoso, como quieran decirle) Ryan Mckenna, el niño Selfie del Super Bowl, cuando estaba atento a la pantalla de su smartphone mientras al lado, pegadito, Justin Timberlake cantaba y trataba de mover a miles de personas en el estadio y a millones de televidentes a nivel internacional: “Esta imagen representa justo lo que pasa en esta generación. Frente a ti tienes al máximo líder Pop de la década, el mundo entero te está viendo y tu prioridad digital es más importante que el mundo físico.”
No podría estar más de acuerdo con lo comentado en el post de Jon. Es un fenómeno que se está dando en la sociedad y que ha “ventaneado” tanto de forma positiva como negativa a la sociedad en la que vivimos. No importa si somos Millenials, Equis o lo que sea, nuestro mundo está pasando frente a nuestros ojos dentro de una pantalla de un celular o limitado a las pulgadas que mida tu monitor desde el que me estás leyendo. Y parece ser que las reacciones que tenemos, como integrantes de la sociedad, como consumidores, recomendadores o como tomadores de decisión, se dan una vez que consultamos nuestras multipantallas que forman parte de la vida diaria. Más allá del contacto cara a cara o personal.
Con reacciones o sin ellas. Ejemplos negativos como el terrible caso de una mujer, al parecer intoxicada, abusada en una calle de Las Vegas mientras personas que se encontraban alrededor, en lugar de quitarle de encima al abusador, les grababan usando sus celulares. En este caso, su prioridad no era ayudar a una persona en riesgo de ser violada, sino grabar el evento, tal vez para presumirlo en vivo o para subirlo después en sus redes.
O por el otro lado, la iniciativa que tiene Peter Gabriel desde hace algunos años con la organización “Witness” (witness.org), que tiene como finalidad que sea posible para todos y en cualquier lugar usar el video y la tecnología para defender los derechos humanos. Como dice su lema: “See it. Film it. Change it”.
Mencionó Peter Gabriel en 2005 (ya pasaron algunos años, pero no hay nada lejano en la declaración): “En esta era, cuando los medios masivos de comunicación están cada vez en menos manos, si deseamos justicia y escuchar todas las historias, debemos tener voces fuertes, vitales e independientes. Hoy día, tenemos esa oportunidad.
La Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas estableció los derechos básicos a los que una persona puede aspirar. Así y todo, son muy pocas las personas que disfrutan de estos derechos. Con las cámaras en las manos de los activistas y una distribución efectiva de las imágenes, podemos ser testigos de lo que realmente está sucediendo en el mundo y desearemos cambiarlo.”
Se estaba refiriendo, en ese entonces, ya al poder de los medios digitales como un instrumento popular y la manera de como podíamos cualquiera de nosotros influir gracias a los medios digitales, sobre todo de manera positiva. Aquí el término “Influencer” tiene un valor bien diferente al que se le da a cualquiera que se dice llamar así por sacarse un condón de la nariz.
Es una herramienta tan poderosa que ha cambiado la relación empresas/medios/consumidores en muy poco tiempo. Y frente a esto, las marcas están atentas a lo que sucede. De ahí que todas busquen subirse a este tren, que ya debe representar más del 25% del mix de medios en la inversión publicitaria y que significó casi 20 mil millones de pesos hace dos años. Se esperaba que esta cifra subiera aún más para el año pasado y el presente.
Los contactos efectivos, el Social Listening, el uso de influencers, la difusión de contenido relevante para el público objetivo, es lo que muchas de las marcas están buscando para poder hacer llegar su comunicación. Aquí lo interesante, por lo menos para un servidor, es saber si las empresas tienen claridad del poder de los medios que están utilizando y la influencia que pueden generar en la gente. No solamente por provocar la compra por la compra, o el uso por el uso, sino en promover un consumo sustentable, que sea beneficioso para el desarrollo económico (las ganancias que busca toda marca) que no esté peleado con la calidad de vida (de todos los que consumimos sus productos). Si ya tenemos a la gente “pegada” a las pantallas, les podemos comunicar algo que sea beneficioso para la marca, pero también para ellos como integrantes de la sociedad. Algo con valor social.
Así, probablemente, esa prioridad digital que tenemos ya muchos, podría tener una conclusión positiva. Si se dice que ya los consumidores están empoderados y se convierten en “prosumidores”, promovamos que ese poder que tienen en las manos genere algo positivo sin alejarlos de la vida real, presente y humana. Responsabilidad de todos, la sociedad, las empresas y los medios de comunicación.