Chris Hedges, en su libro Empire of Illusion: The End of Literacy and the Triumph of Spectacle, explora la decadencia cultural en Estados Unidos causada por una cultura consumista y la influencia corporativa. Hedges argumenta que la cultura de las celebridades y los espectáculos, como la lucha libre, alejan a la población de la realidad. Critica los abusos en la industria del sexo y compara las degradaciones psicológicas en la pornografía con los peores actos de tortura. También denuncia la falta de pensamiento crítico en las universidades, influenciadas por intereses corporativos y de la industria de defensa. Además, cuestiona la psicología positiva y su uso por las corporaciones para suprimir la disidencia laboral. Hedges advierte sobre la posible toma de control fascista corporativa, subrayando la pérdida de la infraestructura cívica y la justicia económica en Estados Unidos.

El libro escrito hace 15 años parece un relato de una semana cualquiera en el escenario político mundial. Las mañaneras, el juicio a Donald Trump y la banalización de los actos terroristas en el Medio Oriente se consumen en la red social más superficial de todas, TikTok. El marketing, lejos de promover los valores de la marca, ha buscado tener el video más visto en una red que el Presidente Biden busca vetar en la Unión Americana. En general, estamos viviendo una época reduccionista, donde los temas más importantes para la ciudadanía se han reducido a un espectáculo mediático.

En México, Andrés Manuel López Obrador ha dirigido el país desde una conferencia de prensa diaria. Ciertamente de manera muy efectiva, pero no podemos negar que dista mucho de un ejercicio de gobierno sistémico. En este sexenio, los secretarios brillaron por su ausencia, concentrando todo el poder en una persona. El modelo de “hombre orquesta” se ha convertido en la norma de comunicación política y gubernamental. Donald Trump hizo exactamente lo mismo, pero con el uso de Twitter como medio de comunicación. Ahora, Milei sigue el mismo camino.

Vivimos una época en la que la política y el gobierno se manejan como un reality show ante la población. Es un fenómeno mundial fácilmente comprobado por la soltura con la que el dirigente ruso amenaza con usar bombas nucleares. Hace décadas, eso hubiera sido suficiente para iniciar una espiral de pánico global; hoy es parte de un ciclo de noticias que apenas dura unos minutos.

En promedio, un mexicano elige a 10 presidentes en su vida, a partir de los 18 y hasta los 78 años. Este país ha tenido 15 presidentes de término completo. En México, el período presidencial es de seis años, y este sistema ha estado en vigor desde 1934. Llevamos 1.5 generaciones que han completado el ciclo. En lo personal, no puedo evitar sentir asombro de lo incipiente que es nuestro esfuerzo democrático. Cada vez que México logra tener una elección pacífica, solo puedo sentir alivio; creo que olvidamos lo delicado que es el balance. Ahora, con la llegada de Claudia Sheinbaum la primera mujer líder la segunda economía más grande de América Latina y una de las más grandes a nivel mundial, con un PIB de casi 1.3 billones de dólares, deseo un liderazgo mesurado y enfocado en resultados.

El problema está en la ciudadanía global que ha elevado a nivel de celebridad a los presidentes y líderes globales. Esto actúa en detrimento de los mismos líderes, es difícil hacer un buen trabajo cuando los reflectores no dejan de alumbrar. La población debería dejar de obsesionarse con los líderes políticos y mejor poner atención en sus logros. Debemos cambiar el enfoque y quitar el ojo en el constructor y mejor mirar la obra terminada. Solo así podrá cambiar el estado de la política global. Me temo que es difícil en un entorno llevado por redes sociales que lo único que buscan es comercializar la atención. Si los resultados o la obra entregada no cumplen las necesidades de la población, debemos exigir un cambio y no mantener silencio porque somos afines al líder. Los que somos parte del aparato de mercadotecnia también debemos cuestionarnos lo que promovemos y privilegiar lo que hacemos para mejorar la vida de nuestros clientes y no el mensaje de diversión que solo busca reproducciones.