Las icónicas cabinas telefónicas de color rojo son un emblema de Inglaterra, sin embargo, en los últimos años viven un momento complicado debido al desuso de las mismas, provocado por el creciente y constante consumo de la telefonía celular.
En 1936 comenzó la producción masiva de estos modelos, los cuales saltaron a la fama gracias a la aparición de estos productos en series, películas así como en videos musicales.
Durante 2002 se alcanzó el tope de casetas telefónicas en el Reino Unido con 92 mil unidades, desde ese entonces se observa una caída libre, debido a que en la actualidad quedan 42 mil, de los cuales 7 mil son las famosas cabinas rojas.
Según AFP, la compañía de telecomunicaciones BT, que prevé retirar 20 mil teléfonos públicos en los próximos cinco años, argumentó que el mantenimiento de estas unidades es de 5 millones de libras (5.7 millones de euros). De igual forma, a diario se realizan alrededor de 30 mil llamadas desde ellos, un descenso de más del 90 por ciento en 10 años.
En contraste, la participación de la telefonía celular desde 2002 (49.3 millones de suscriptores) ha marcado un ascenso continuo, no obstante, desde 2009 a la fecha este mercado no presenta cambios significativos, de acuerdo con información de ITU.
Debido a ello, y como parte de esfuerzos para que estos emblemas de aquel país no desaparezcan, o sean parte de vandalismo y abandono, se les ha dado un nuevo uso, desde espacios de recarga de autos eléctricos, cafeterías, librerías, restaurantes , cajeros automáticos, hasta un habitáculo para un desfibrrilador, las cabinas telefónicas viven un segundo aire.
Mark Johnson, encargado de teléfonos públicos de BT, en declaraciones a la AFP, señaló que algunas de las piezas han sido vendidas a coleccionistas a un precio de inicio de 2,750 libras (3,100 euros) más impuestos, o cedidas por una libra simbólica a ayuntamientos y asociaciones; esto ha permitido la salvación de cinco mil unidades.
Asimismo, otras firmas como Red Kiosk Company, compró 124 cabinas que alquila por 360 libras (410 euros) al mes, por lo que además de salvar un patrimonio, también se crea empleo y se regenera el lugar ya que el bajo precio de renta permite a jóvenes empresarios de lanzar sus proyectos.
Por su parte, Kirsty Kenney, co-fundadora de Solarbox, transformó a las cabinas rojas en verdes, debido a que su proyecto se enfoca en la carga rápida de dispositivos electrónicos. Parte de su trabajo es el de evitar el vandalismo, además de brindar una nueva visión de estas unidades.
Todos estos proyectos son viables gracias a la publicidad, ya que las cabinas son aprovechadas para que las marcas se anuncien, además de que también se da espacio a organizaciones para dar aviso de sus eventos.
Es por ello que la creatividad jugó un factor clave en este proceso de revivir un espacio que parecía perdido, debido a esto, se puede lograr reutilizar espacios perdidos en cualquier parte del mundo, hacerlo atractivo y dar cabida a todas las posibilidades.