Sabido es que una de las ciencias del saber que impacta a todas las demÔs para bien es la comunicación.
Para decirlo contundentemente, el arte de poner en comĆŗn (concepto de comunicación), pasa por todos los departamentos de una compaƱĆa, organización y de las oficinas de cualquier nivel de gobierno para ponerlos en sintonĆa fina.
La función de transversalidad que cumple la comunicación se define como aquello que enriquece la labor de manera tal, que conecta y articula los saberes de los distintos sectores de aprendizaje y dota de sentido de aprendizaje disciplinar, estableciendo conexiones, pero también consensos. En una palabra, la transversalidad flexibiliza la acción y señala rumbos claros de progreso.
Expliquemos esto un poco mÔs: vivimos ahora en los tiempos de la hipertransparencia y la producción de mensajes a gran escala. Estamos multimpactados.
Operamos mÔs que modelos de comunicación de masas (Harold D. Laswell), operativos de comunicación de redes (Walter Fisher), razón por la cual no podemos digerir todos los mensajes recibidos y no existen respuestas de las personas con un mayor grado de calidad. Estamos saturados y rebasados.
La reflexión de hoy estriba en que, respaldÔndonos en el concepto de comunidad, debatamos sobre cuÔl modelo nos arrojarÔ mayores resultados para conservar la personalización de la sociedad y el contacto cara a cara que a marchas forzadas, parece, abandonamos.
Comunidad se define como el ānĆŗmero de personas unidas sólidamente por un sentido de pertenencia que estĆ”n relacionadas de manera regular compartiendo valores y objetivos asĆ como costumbre y lazos familiares”.
Entendiendo esto, la producción de mensajes para una comunidad podrĆa simplificarse dado que, si ya tenemos un bloque sólido comĆŗn con una identidad formada, el mensaje pudiera tener una recepción exitosa siempre y cuando resuelva todos sus problemas.
Volvemos a la sintonĆa fina de la transversalidad.
¿CuÔl es la tarea a realizar por los comunicadores y mercadólogos bajo este concepto?
Si las comunidades estĆ”n integradas por lĆderes, estos bien pueden ser los conectores, las interrelaciones sociales los canales, las problemĆ”ticas se convierten en las temĆ”ticas compartidas y la cultura pasa a formar parte del storytelling o las narrativas.
Veamos el siguiente ejemplo de un poblado de Los Altos de Jalisco (elija usted el que mƔs le guste). Son todas comunidades muy productivas y solidarias.
Los lĆderes: presidente municipal, boticario, maestro, tendero, herrero y el del mercado municipal.
TemĆ”ticas Compartidas: las fiestas patronales, las exposiciones agrĆcolas, la migración, la seguridad y el mantenimiento de plazas y jardines.
Los Interlocutores: la misa del domingo, las romerĆas, las juntas generales en las escuelas de los niƱos, el informe del presidente municipal en la plaza central.
La Cultura: las historias de los abuelos, los Ć©xitos del lugar, los recorridos turĆsticos tradicionales.
Con el ejemplo anterior queda clara la premisa de que podemos seguir evolucionando en materia de comunicación, pero sin descuidar los pilares de la misma que le dieron origen.
¿Qué tenemos?
El avance de la comunicación, sobre todo en el Ć”mbito tecnológico, es innegable, marcha a pasos agigantados. No debemos descuidar los aspectos finos de la misma que provoquen la despersonalización de las comunidades, buscando mĆ”s bien un sentido humano a la comunicación (pareciera una verdad de Perogrullo, pero es asĆ). El modelo de Harold D. Laswell sigue siendo vĆ”lido, toda vez que las cinco preguntas que plantea estĆ”n aĆŗn de moda: ĀæquiĆ©n?, Āædice quĆ©?, Āæen quĆ© canal?, Āæa quiĆ©n? y Āæcon quĆ© efectos?
Apliquemos lo mejor del pasado para vivir mejor en el futuro.
Nos encontraremos mƔs adelante.