Por Camila González
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@GFCam
Siguiendo con temas altruistas, y bonitos, como el de los bancos de tiempo, acerca de los cuales escribí hace poco en este espacio, entusiasma ver cómo la conectividad también nos regresa a la esencia de colaboración entre las personas. Me refiero al concepto de repair cafés, cada vez más extendido en el mundo gracias a la digitalidad.
Para los que no conocen, los repair cafés son espacios donde la gente se para a reparar”concepto de los re diario detrel al “, salirnos de las mini pantallas hipnotizadoras para estar y vernos a la cara, tomar algo y reparar o llevar a componer algo. Tal cual, se contabilizan en el mundo hoy más de 700 de estos espacios dedicados al no consumismo, a la no obsolescencia de los objetos, a la actitud ecológica, pero sobre todo a volver a estar juntos y compartir. Sí, a salirnos de las “mini pantallas hipnotizadoras” para compartir y vernos a la caras. Justo ahí se encuentra la ironía, estar en red nos separa y nos vuelve a reunir.
Tiene que ver, además, con el principio básico de ser útiles y más aún, de ser útiles para el otro. Punto que está tan devaluado en este corre corre diario detrás del éxito individual. Muchos asistentes a estos cafés son jubilados que recobran la certeza de que tienen mucho que entregar a la sociedad. Otros tantos son dueños de cosas viejas que no sirven, y necesitan de manos hábiles y conocimiento, y muchos más son visitantes que se entretienen aprendiendo.
Así las cosas, el concepto de los “cafés para reparar” fue inventado en Amsterdam por una mujer llamada Martine Postma en 2009. Y su acogida fue tal, que como les digo la idea no para de expandirse en Europa y Estados Unidos. Allí no solamente se reparan electrodomésticos, juguetes, muebles y hasta ropa, sino que se compone la autoestima de muchos que terminan enseñando y aprendiendo de otros a cambio del momento mismo o de un café.
Impacta que el proyecto a nivel mundial logra hoy evitar que cerca de 200 mil kilos de objetos dañados terminen siendo basura, y por consiguiente contaminación. Pero lo más interesante de todo, digo yo, es que aparezcan en grandes ciudades y en medio del anonimato, ideas para volver a convivir y a ayudarnos sin buscar nada a cambio. Nada. Estar. Tal cual, se evidencia que nos urgen pretextos para vernos en el espejo del otro y ser amigos entre extraños nunca extraños.