Si bien es cierto la hibridación de las culturas se produce casi de modo único por la interacción humana; un fruto de conquistas, algunas de estas punitivas, otras efectuadas en modo pacífico. El cause que va tomando la diálisis entre culturas y razas va procurando lo que algunos reconocemos como “cultura”, un mestizaje forzado o voluntario crece y se va sedimentando en pequeños nodos de población que sin querer imita lo que conoce o conoció en el consciente e inconsciente.
En estos días se ha cuestionado la personalidad de algunos héroes de anteriores transformaciones. El patriotismo Juarista, los propósitos Villistas y Maderistas, incluso los motivos del Cura Hidalgo. El universo que envuelve la historia de un país como el nuestro, recurre en su ambientación a los historiadores, y en este sentido, habría de considerar el universo propio de cada narrador. La mutación e hibridación son hechos irrefutables y a veces irremediables al momento de transmitir mensajes; relatar los Hechos de cada caso, el impulso y el propósito de cada enunciado que acompañado del matiz humano enciende fogatas o apaga los inciensos en las mentes de cada lector.
Una de las ventajas al enviar un mensaje a nuestros consumidores radica precisamente en ese plural desconocido al que lanzamos una imagen, un mensaje corto, a quien pretendemos conozca la historia de nuestro proyecto. En esta misma ventaja se incuba la debilidad del éxito o fracaso del mensaje, ¿quién lee nuestro mensaje? ¿Qué interpreta el receptor? Y después de esto, cómo se conduce el mensaje de un receptor a otro, la decodificación que se produce en el llamado de “boca en boca” que para mí es más un de “oído en oído”, la decodificación, ¿aumenta, o difumina? Si solo tenemos el indicador de las ventas, o cotizaciones, nos podría arrojar un dato cuantitativo del éxito del mensaje, este indicador es determinante para elegir a uno u otro proveedor, afortunadamente y no tan afortunado a veces.
Apegarse al ADN de la organización ¿es vivir en el pasado, o es vivir a través de este? La disyuntiva de separar lo que nos ha construido de lo que pretendemos construir es uno de esos talantes de la innovación que no se dicen tácitamente, este pretencioso viento de cambio deseado podría ser solo el temor a lo desconocido que en natura nos concierne. En nuestro caso al valuar una marca, lo fundamental yace en los cimientos, en el refresco que solo impera en el origen, en ese secreto que se resguarda en quienes crean, en quienes imaginaron lo primero, lo que no pudo ser distinto, en lo que solo podría ser como es. Lo demás padece del estilo y de una editorial que busca intencionadamente guiar al consumidor por una ruta con un solo destino. Tal vez, Villa, Juárez e Hidalgo, eran solo unos humanos con virtudes y defectos como nosotros, ellos y ustedes.