Un germen destruyendo marcianos, La guerra de los mundos de H. G. Wells ocupa un lugar especial entre las historias de alienígenas, primero por declarar sin tapujos al planeta Marte como el vecino incómodo, un vecino en busca del exilio involuntario. El acercamiento de un planeta al nuestro, y en esta oportunidad, catapultar la expedición inicial de un grupo de guerreros planetarios. La novela de H. G. Wells enmadeja en perfección la llegada de una serie de pulpos mecánicos gigantes, la irrupción de lo que no se comprende en un calmo planeta.
Expandir o reconquistar. El crecimiento y los riesgos que esto conlleva, me atrevo a decir que siempre existe la pregunta sobre de anexar nuevos territorios o preservar el actual, afianzarse o desprender parte de tu esencia para trascender una frontera. La necesidad o deseos por nuevos territorios; la búsqueda de resguardo podría ser el disfraz ideal de un afán de conquista inmanente para quienes habitan un espacio, en este caso la probable escasez de recursos de un mini planeta rojizo pretextó la historia de la ficción.
La marca de la contaminación en el siglo XIX, el narrador fabricó una atmósfera atemporal mediante elementos temporales, la descripción de brechas y senderos de a pie, un mundo sin máquinas terrestres, sin autos, sin naves, un planeta que hoy parecería otro y no el nuestro. Sin embargo, la adaptación de esta novela transpira en las mejores películas de extraterrestres contemporáneas, incluso el filme último basado en la novela se queda corto de la incertidumbre suscrita en el texto original.
Pasar de habitantes a seres punitivos dejando el usufructo que de modo natural heredamos sin esfuerzo (consciente) solo por nacer y estar en el momento justo. ¿Nuestra marca es una lanza pendiendo del brazo de un caballero en combate, o es la greba que protege del embate? Los ciudadanos de Londres en la época planteada en la ficción, pasaron del confort a la lucha, ante una invasión que en la historia refleja el viaje de una mínima preocupación al máximo estrés por la incursión del enemigo en la capital inglesa. ¿Qué identidad irradia nuestra marca? Tal vez, sea el único bastión entre la idea sobre dos mundos preconcebidos: la realidad (el mercado) y la sensación de verdad imbatible en nuestro proyecto.