Si habláramos de marca persona, de la cultura del esfuerzo, de la filosofía empresarial vuelta hacia la gestión del bien común y de la definición de Italia en el siglo XXI, nos tendríamos que centrar en un solo personaje de nombre Silvio y de apellido Berlusconi, el sello y el estandarte que transformó a Italia en los últimos años.
Un hombre polémico y desafiante de los marcos de la ley, Berlusconi quien había cumplido 86 años y que jugaba con el destino al declarase el hombre eterno, dejó este mundo con claroscuros en la vida, pero al final, con un saldo muy interesante pues modernizó a su país y ayudó a reforzarlo para que tuviera luz propia en el radar de la geopolítica; la bota itálica integra el grupo de los siete países más desarrollados del orbe.
Para los comunicadores y mercadólogos es interesante revisar la fórmula que utilizó Silvio, para lograr un alto nivel de posicionamiento entre sus conciudadanos y los habitantes del mundo. Veamos el análisis.
El primer reflector que lo iluminó fue la compra de IL GIORNALE e inmediatamente después Telemilano y el Canal Cinco, que le sirvieron de cimientos para fundar Mediaset, un emporio que forma parte de sus activos calculados en seis mil millones de euros.
El segundo haz de luz, fue la adquisición del equipo local, pero con fama mundial, el AC Milán, que tuvo veintinueve campeonatos bajo su mando en treinta y un años entre los que se suman cinco títulos de la afamada liga de la Champions League. Cierra la triada de luminosidades, la construcción de un partido político denominado FORZA ITALIA, mismo nombre que los tifosi utilizan para arengar a su selección de fútbol, los azzurri. Ingenioso sin duda.
Mezclados estos tres elementos como si fueran un cóctel, nos da como resultado un potente brebaje con buen sabor que llevó a Berlusconi a estar presente en las mentes italianas. Así, sin más, fue la ecuación que utilizó para trascender.
Dentro del espectro ideológico partidista, Berlusconi dejó que su populismo llevado a terrenos del espectáculo, gravitara en su retórica de vinculación con los ciudadanos, lo cual le llevó a descuidar algunos flancos que ahora los votantes valoran por encima de cualquier issue de campaña: la honestidad en el ser y en el quehacer, así como la doctrina y declaración de principios que todo partido debe tener para atraer a sus militantes.
Tiene varios denominadores en común con la forma de gobernar con Donald Trump, ambos gustaban de los medios de comunicación y el espectáculo, eran magnates, e impulsaban la narrativa de populismo ligado a los mercados. Los dos exgobernantes se jactaban de que venían de la cultura del esfuerzo.
La meta era extender su éxito personal a la operación del servicio público.
Dentro del sector de la comunicación política el partido que fundó Berlusconi pasa ahora por sus horas más bajas, pues no cuenta con buenos perfiles que lo puedan sustituir, tal y como lo apunta el periodista Daniel Verdú: “Habían formado más sardinas que delfines”. Berlusconi era la figura y nunca se pensó en la formación sólida de nuevos cuadros.
IL CAVALIERE, como también se le conocía, dejó un gran legado que ahora su clan familiar habrá de representar.
Nos encontraremos más adelante.