Apenas hace unos meses nació el Chat GPT como inteligencia artificial aplicada al lenguaje y, en menos de un año, ya superó el pensamiento humano. El mismo creador de Open AI, Sam Altman, declaró que los procesadores desarrollan un procesamiento fuera de la comprensión humana. En otras palabras: la forma de racionalizar sus pensamientos han superado al pensamiento de la humanidad. Siguiendo con la cita, “el modelo ha descubierto abstracciones naturales que no se han descubierto aún”.
Menos de un año le tomó a la IA superar a sus creadores. Pero, ¿esto es malo? No necesariamente. La computadora ayuda a quienes están detrás de la máquina. En ese sentido, pareciera ser lo mismo con esta nueva forma de procesar el mundo, pero no resulta menos aterrador pensar que estamos viviendo, de hecho, en algún pasaje de Black Mirror, Terminator, Yo Robot y hasta The Matrix.
Todos estos pensamientos nacieron de la declaración de Sam Altman, al senado de los Estados Unidos, donde fue cuestionado en torno a su creación. Una de sus respuestas más sorprendentes fue cuando mencionó: “Mi temor es causar daño significativo al mundo”. Y no sé si en este punto debamos precisamente tomar muy en serio sus declaraciones, sobre todo cuando se trata de un tipo de inteligencia que ya no es entendible siquiera por el raciocinio humano. Nuevamente regreso a pensar que estamos en una película, como cuando en Jurassic Park, la primerita, el Doctor Ian Malcolm le dice a todos: “la vida se abre camino” y al final tuvo razón dentro de la ficción de la historia.
Mientras esas predicciones se vuelven reales, cada día son más comunes herramientas, extensiones y mil aplicaciones más que se basan en la Inteligencia Artificial. Yo mismo las he utilizado para apoyarme como asistente, tal como lo he escrito en estas líneas en un par de ocasiones y parece que no tienen límites. Son de gran ayuda al momento de procesar datos, de crear códigos, diseños y textos con un sinfín de variables; sin embargo, también me he percatado de algunas tendencias un tanto “extrañas” que rayan en en lo políticamente incorrecto.
Hace unas semanas, mientras buscaba información “random”, le pregunté acerca de “los mejores discos de música en el siglo XX”. Me pareció sospechoso que incluyera en su lista únicamente a músicos anglosajones. Jamás hizo la aclaración respecto del tipo de música: simplemente, lanzó el TOP 5 de discos de música. Me pregunté de inmediato: ¿dónde quedan los demás géneros de otros países y/o aquellos que no pertenecen a la cultura dominante? De inmediato intenté otras búsquedas relacionados con los mejores artistas del siglo XX. Pasó prácticamente lo mismo. Después de escritores y nuevamente me lanzó datos de la cultura hegemónica. Más fue mi sorpresa porque mis preguntas eran precisamente en español, desde un país latinoamericano, particularmente.
Sin entrar en particularidades ni debates, sus datos me parecieron extrañamente sesgados, por no llamarlo de otra forma.
Precisamente creo que mientras no haya una regulación real sobre este tipo de detalles existirán estas inconsistencias, al igual que la falta de datos o la exactitud de los mismos. Y el camino parece ser largo aún, para países de Latam, por ejemplo.
En medio de todo de estos debates, durante la semana, un gran amigo y colega, presentó su libro sobre copywriting: Del Quijote al Marketing Digital: 13 consejos de escritor@s para crear contenido y escribir textos efectivos. Mi primer pregunta hacia él, con toda la confianza fue: ¿por qué crear un libro con consejos de cómo escribir textos en el mundo digital cuando tenemos herramientas como el Chat GPT? La respuesta de mi amigo fue muy rápida: Porque el Chat GPT aún no ha escrito una obra como El Quijote, me dijo el autor del libro. Inmediatamente me abrí para leerlo y, claro, los consejos están más enfocados a la parte humana, sobre cómo no cometer los mismos errores que, muchas veces, incurre la misma Inteligencia Artificial sobre el estilo, la gramática y el objetivo con que son escritos los textos para lograr un cometido. En este sentido, me pareció una joya para cualquiera que quiera entrarle a hacer contenido y escribir copys de forma profesional. Un libro que debería ser, desde ya, un clásico de la publicidad en el mundo hispanoamericano.
Si bien los peligros, sesgos y vicisitudes del pensamiento creado por la Inteligencia Artificial están lejos de resolverse, me quedo aún con la sensación de estar en una película, un mundo de ficción donde pareciera que en cualquier momento las máquinas dominarán el planeta tierra.
Aunque espero que no pase nunca.
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