El mundo está convulsionado. La pandemia ha alterado todos y cada uno de nuestros ámbitos, sociales, laborales y familiares. Por si esto no fuera suficiente, ahora surgen las manifestaciones anti-discriminatorias en los Estados Unidos, que han tomado un matiz violento y están contagiando a otras naciones donde la discriminación, especialmente la racial, es un tema sensible.
A los funcionarios de salud pública y seguridad les ha surgido una preocupación adicional, que es la rápida y expansiva proliferación de información imprecisa y la desinformación, como amenazas legítimas a la salud y seguridad pública, ahora llamada “infodemia”, para ilustrar cómo la difusión de información falsa es similar a la propagación de un virus real. Dado el panorama de los medios y nuestra hiperconectividad a través de medios sociales, digitales y móviles, la analogía es completamente apropiada.
A través de un tuit, el secretario general de Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterrez afirmó: “Nuestro enemigo común es la COVID-19, pero nuestro enemigo también es una ‘infodemia’ de información errónea. Para superar el coronavirus, necesitamos promover urgentemente hechos y ciencia, esperanza y solidaridad sobre la desesperación y la división”.
Y es que la “infodemia” tiene un vasto campo de acción e influencia: desde vender curas falsas de coronavirus, hasta un ataque cibernético a los sistemas de información de los hospitales. Los delincuentes están explotando la crisis COVID-19, advirtieron las Naciones Unidas, que intensifica su lucha contra la proliferación de información falsa sobre el virus.
La Organización Mundial de las Salud (OMS), está trabajando con compañías de medios de comunicación y de búsqueda como Facebook, Google, Pinterest, Twitter, TikTok, YouTube y otros para contrarrestar la propagación de rumores, que incluyen información errónea como que el virus no puede sobrevivir en el clima cálido, que tomar una dosis alta de cloroquina puede protegerlo, y el consumo de grandes cantidades de jengibre y ajo puede prevenir el virus.
Si bien estas amenazas y su proliferación están bien estudiadas y definidas, no existe un consenso claro sobre cómo abordarlas de manera más efectiva. Las campañas de desinformación organizadas y proactivas, generalmente involucran investigación detallada, planificación y focalización.
Así como los virus mutan constantemente, también lo hace la desinformación. Las fuentes y los abrevaderos de información, van desde los rivales geopolíticos hasta un ex empleado resentido, y desde aquellos con motivos complejos hasta aquellos que simplemente buscan una descarga de adrenalina.
Organizaciones y líderes de opinión específicamente asignados para abordar la información falsa, incluidos los profesionales de relaciones públicas, los de recursos humanos y los abogados, deben mirar más allá de sus métodos tradicionales y considerar nuevas tácticas de mitigación basadas en la ciencia del comportamiento.
Un elemento fundamentar para enfrentar la “infodemia” es entender la fuente de origen. La formación y proliferación de la desinformación, tiene su germen en una larga y compleja lista de problemas de comportamiento, políticos, económicos, de comunicación y medios que la impactan.
Por ello, si las organizaciones tienen la capacidad y la motivación para comprender, prepararse y planificar la amenaza, al final conseguirán una amortiguación exitosa. En este proceso, el valor de los activos intangibles de la organización, como la reputación, la confianza y la marca, tendrá un impacto en la mitigación. Las organizaciones de confianza con buena reputación generalmente tienen la fortaleza y la resiliencia para resistir los ataques, gracias a sus intangibles.
Es primordial mantener una escucha y monitoreo en tiempo real, que permita identificar rápidamente aquella información falsa o engañosa que pudiera tener un impacto negativo en la marca o la reputación de la empresa, sustentada por una infraestructura de comunicación, procesos y canales robustos. Requisito también, es contar con asesoramiento profesional y apoyo competente, aunado a un compromiso institucional con la transparencia.
Alcanzar resultados potenciales exitosos en la mitigación de la información es factible, considerando que el objetivo final es contribuir a que los públicos de interés tomen decisiones adecuadas. Sin embargo, hay que aceptar que existen limitaciones en lo que se puede lograr. La eliminación total de todas las fuentes y adversarios, no siempre es posible.
No olvidar, que todas las organizaciones son víctimas potenciales de desinformación, ya sea por un ataque directo o una onda de choque de ataques más grandes. Como poseedores de activos intangibles, los profesionales de relaciones públicas, especialmente aquellos que entienden todo el entorno de medios, están en una posición ideal para dirigir los esfuerzos de planificación y mitigación.
Lo que tenemos que tener bien claro, es que actuar contra la desinformación en la “infodemia” es responsabilidad de todos. Al desmitificar cada noticia falsa, siempre podemos contribuir a reducir su alcance.